La embestida de los ultraprocesados en
la salud
Comer es uno de los grandes placeres
del mundo. Es una actividad que se disfruta por la amplia variedad de la
gastronomía, pero también es una necesidad ya que es a través de ésta que el
cuerpo obtiene los nutrimentos necesarios para su correcto funcionamiento.
Es por ello que el comer para el ser
humano se convierte en algo vital, pues más allá de la cantidad, está
supeditado a la calidad de los alimentos, debido al impacto que estos tienen en
el organismo y por ende en la salud.
Desafortunadamente, en la actualidad,
el mundo se encuentra en alerta por la embestida que la llamada “comida
chatarra” está teniendo en el ser humano, un ataque que merma su salud y su
calidad de vida.
De acuerdo a la Encyclopedia
of Junk and Fast Food,
la comida chatarra es una denominación del argot para los alimentos con valor nutricional
limitado. Por lo general, ofrecen poco en términos de proteínas, vitaminas o
minerales y en cambio aportan una gran cantidad de calorías de
azúcar o grasa, lo que se ha denominado con el término de “calorías vacías”.
Los alimentos chatarra tienen un alto
contenido de sal, azúcar, grasas
o calorías, así como un bajo contenido de otros nutrientes. Dentro de estas
comidas chatarra se encuentran los snacks salados, golosinas, goma de mascar, los postres
dulces, la comida frita y las bebidas azucaradas.
Dentro del sistema NOVA, aplicado por la Organización
Panamericana de la Salud (OPS), el cual clasifica los alimentos según la
naturaleza, la finalidad y el grado de procesamiento, se podría decir que la
comida chatarra es parte de los productos denominados como “ultraprocesados”.
Estos son formulaciones industriales fabricadas
íntegra o mayormente con sustancias extraídas de alimentos (aceites, grasas,
azúcar, almidón, proteínas), derivadas de constituyentes de alimentos (grasas
hidrogenadas, almidón modificado) o sintetizadas en laboratorios a partir de materias
orgánicas como petróleo y carbón (colorantes, aromatizantes, resaltadores de
sabor y diversos tipos de aditivos usados para dotar a los productos de
propiedades sensoriales atractivas).
Un informe de la propia OPS revela que la venta per
cápita de los productos ultraprocesados ha ido creciendo rápidamente en América
Latina. Tan sólo entre el 2000 y el 2013, crecieron 26.7% en Argentina,
Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, República Dominicana, Ecuador,
Guatemala, México, Perú, Uruguay y Venezuela.
De acuerdo a la OPS la venta de bebidas azucaradas y
productos ultraprocesados en México es la más alta en toda América Latina, con
una venta de 214 kg. de productos y bebidas per cápita, casi el doble del
promedio de la región, lo que lo coloca a nuestro país en el cuarto escaño a nivel
mundial en estas categorías.
Asimismo, en las últimas tres décadas,
el consumo de ultraprocesados en el país se ha duplicado, por lo que casi un
tercio de la ingesta diaria de energía de los mexicanos proviene de estos
productos, con lo cual incluso se ha reemplazado el de alimentos tradicionales.
Este consumo se ha asociado con el aumento del peso
corporal, lo que indica que estos productos son un impulsor de las crecientes
tasas de sobrepeso y obesidad en la Región.
La Organización Mundial de la Salud
(OMS) confirma que el consumo frecuente de productos ultraprocesados aumenta el
riesgo de sobrepeso, obesidad, diabetes tipo 2, enfermedades cardiovasculares y
algunos tipos de cáncer.
Cabe destacar que se estima que actualmente en el mundo hay 2 mil
millones de personas con sobrepeso u obesidad y los médicos vaticinan que para
2030 la mitad de la población mundial tendrá estos padecimientos.
Sin embargo, es muy importante tener
presente que no sólo se trata del físico o la figura de las personas, ya que la
obesidad disminuye la calidad de vida y es un grave problema de salud pública que
está provocando un rápido aumento de la diabetes, las enfermedades
cardiovasculares y el cáncer.
Es así que no extraña saber que más
del 75% de los mexicanos adultos padezcan de sobrepeso u obesidad y que en el 2020
las enfermedades del corazón, relacionadas a la mala alimentación, fueron la
principal causa de muerte en la población con 218 mil 704 pérdidas.
Aunado a ello, los productos
ultraprocesados generan graves impactos en el medio ambiente, desde su
producción hasta su desecho, ya que para su distribución y venta utilizan botellas,
empaques y envolturas plásticas, la mayoría de un sólo uso.
Hoy, más que nunca, necesitamos hacer
consciencia sobre qué es lo que le estamos dando a nuestro cuerpo, así como al
de nuestras familias. Necesitamos preocuparnos de ello, pero sobre todo
ocuparnos de que los alimentos que recibimos realmente nutran y fortalezcan
nuestro organismo.
Tras la pandemia por COVID-19 a todos
nos queda clara la importancia de cuidar la salud. No echemos en saco roto
estas cifras y hagamos lo que corresponde para cuidar nuestra alimentación, que
más allá de comida, se trata de calidad de vida.



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