lunes, 22 de agosto de 2022

DIFICULTAD DE SENTIRSE MERECEDOR DE FELICIDAD, AMOR Y ÉXITO

 


COLUMNA: ESTAMOS EN CONEXIÓN

DIFICULTAD DE SENTIRSE MERECEDOR DE FELICIDAD, AMOR Y ÉXITO

Por: Jorge García D.

No permitas que cualquier emoción negativa...

Te haga lastimar a quien amas, incluyéndote a ti mismo...

 

Cuantas veces nos hemos encontrado en la dinámica de sentirnos indignos de merecer... Diciendo “No soy merecedor de cariño, de alcanzar mis sueños, obtener un logro y tener éxito”, sintiéndonos indignos de ser amados y tener todo aquello con lo que hemos soñado. Una de las cosas más difíciles para muchas personas es aprender a sentirme merecedores. Vivimos en la cultura del esfuerzo, que implica que las cosas, logros y aún la felicidad, para merecerlas, hay que ganárselas o simplemente creemos que es cuestión del destino, suerte o del universo, la causa de todas nuestras desgracias y desventuras.

 

Todos venimos con un sin fin de creencias limitantes desde nuestra niñez, condicionamientos sociales, familiares y del entorno; permeando, marcando y dando dirección a nuestro comportamiento y la manera de vernos a nosotros mismos... ¿basadas en qué?... En lo que nos dijeron, vivimos, interpretamos, en lo que conocimos, en cómo nos trataron y nos sentimos tratados, en cuanta atención, cariño y amor, nos dieron, etc. Dando todo ello forma a lo que creemos de nosotros, cómo nos vemos, auto reafirmamos y auto reconocemos.

 

Una de las creencias más limitantes en los seres humanos es precisamente la del merecimiento y la legitimidad. Porque gran parte de “las parálisis, miedos y sufrimientos” que experimentamos día a día vienen de no sentimos con la legitimidad o el merecimiento del: “lo merezco”, cambiando nuestra percepción y creencias por un “no lo merezco, no es para mí, no soy digno.” Sumando frases a nuestro día a día como: No me merezco ser feliz, el amor no se hizo para mí; No merezco un trabajo mejor; No me merezco una pareja que me haga feliz; No me merezco tener buenos amigos y buenas personas en mi vida que me quieran por quien soy; No me merezco una vida tranquila, feliz, plena, dichosa; No me merezco tener dinero, tranquilidad y estabilidad; No me merezco disfrutar de mi tiempo, la vida y los placeres.

 

Cuantas veces aún deseando que la vida cambia, que nosotros tengamos una nueva visión de nosotros mismo, no hacemos el menor esfuerzo por que suceda, el sentir que no se lo merece, llega a ser tan sutil, que a veces esta creencia la vivimos como normal; a tal grado que hay que trabajarla para ¡hacerla consciente! Pero ¿cuál es el límite? ¿Hasta dónde tenemos que llegar para poder sentir que merecemos algo sin tener que seguir esforzándonos eternamente?

En muchas familias, si alguien quiere algo, tiene que ganárselo aun sin la garantía de obtener una recompensa, porque, de hecho, se considera una obligación que las personas hagan las cosas por deber, sin importar si realmente quieren hacerlo, sin escuchar sus sueños, anhelos, deseos, aspiraciones, cometiendo una vez más el mismo error con quienes amamos.

 

El no sentirnos dignos o merecedores de amor o de cariño es una experiencia compleja, tratándose de una valoración que se hace del otro, a partir de la mala opinión acerca de uno mismo, a partir de una infancia carente de afecto, confianza y reconocimiento. Donde esa sensación de no merecer amor es consecuencia del maltrato, que tiene lugar desde la familia.

 

También habría que cuestionarnos si, para merecer, es necesario que dejemos de ver a los demás, sus logros, y compararnos una y otra vez, con lo que debí, no hice y no pude... No es extraño que, para no sentirse culpables, primero vean las necesidades y deseos del otro antes de ver las propias, si es que alguna vez llegan a permitirte ese derecho, de oírte a ti mismo.

 

Nosotros tenemos la capacidad de construir nuestra realidad por medio de nuestros pensamientos y, por tanto, los pensamientos que generamos en la mente son los que nos hacen ver la realidad tal y como la percibimos.

 

La actitud que asumimos ante la vida es algo fundamental. “Los pensamientos construyen realidades y así como pensamos, somos”. Las creencias que hemos adquirido durante la vida respecto al merecimiento van a tener una fuerte influencia en relación a qué tan merecedores o no nos sentimos de recibir de otros, amor, respeto, dignidad, éxito, reconocimiento y aceptación.

 

¿Cómo se relaciona el merecimiento con la autoestima? Cuando una persona cuenta con una sana autoestima (en equilibrio), es más fácil que se sienta merecedor de una buena vida, pues es alguien que tiene mucho que ofrecer y, al sentir que merece lo mejor y que es capaz de recibirlo, agradecerlo y disfrutarlo, esta actitud, a la vez, aumenta su autoestima.

 

La conciencia de merecimiento y la autoestima están muy ligadas. Cuando una persona tiene una alta autoestima, siente que se merece lo mejor porque ella también tiene muchas cosas buenas que ofrecer a la vida, agradeciendo y disfrutándolo, comprendiendo que simplemente por el hecho de existir, merecemos: el amor, la salud, la prosperidad y el bienestar que estemos dispuestos a recibir, siempre y cuando sintamos que lo merecemos.

 

Pero que es aquello que nos cuesta sentirnos merecedores: -Cosas materiales: dinero, regalos u obsequios, -Éxito y reconocimiento, -Amor, -Respeto y trato digno, -Descanso y tiempo para el esparcimiento, familia y uno mismo, -Espacios para compartir con los amigos o la pareja sin dejar de sentirnos culpables.

 

El primer paso consiste en que tomes conciencia de que te mereces lo mejor. Así que empieza a comportarte en consecuencia del merecer, y dime... ¿Qué sería lo primero que cambiarías en tu vida, hoy mismo, si supieras que te mereces lo mejor? ¿Qué te concederías? ¿Para qué te darías permiso? ¿Qué te regalarías? ¿A qué o a quién le dirías que “sí”? ¿Qué harías ahora mismo si creyeras de verdad que te lo mereces? ¿Un viaje? ¿Un sueño? ¿Dar amor, recibirlo?... Sea lo que sea hazlo sin miedo...

 

El sentirse merecedor, también te otorga la posibilidad de dar y recibir sin miedos, lo importante es que exista un punto medio entre el dar y el recibir, dado que ambas acciones son importantes y generan un sano y necesario equilibrio.

 

Así que, si te sientes merecedor de amor, cariño, felicidad y éxito, otórgate también la oportunidad y el habito de dar, si tu no recibiste esa enseñanza y afecto de niño, nada te impide expresarlo, darlo y compartirlo. Aunque te cueste trabajo, intenta practicar lo que menos acostumbras (dar o recibir). Es cuestión de practicar el nuevo hábito para hacerte consciente de que está bien sentirse merecedor y está bien hacer sentir merecedores a los demás de amor, felicidad, gratitud, reconocimiento... donde el dar y el recibir son experiencias igual de agradables.

 

«Expresar amor es curativo por partida doble para quien lo da y para quien lo recibe – Walter Riso»

 

No dejen de escribir que queremos conocer sus comentarios, recuerden que tenemos una cita en: #EstamosEnConexión #RadioEnRedes

Todos los Lunes de 17:00 a 19 horas, a través de: www.radioenredes.com

0 comentarios:

Publicar un comentario

lunes, 22 de agosto de 2022

DIFICULTAD DE SENTIRSE MERECEDOR DE FELICIDAD, AMOR Y ÉXITO

 


COLUMNA: ESTAMOS EN CONEXIÓN

DIFICULTAD DE SENTIRSE MERECEDOR DE FELICIDAD, AMOR Y ÉXITO

Por: Jorge García D.

No permitas que cualquier emoción negativa...

Te haga lastimar a quien amas, incluyéndote a ti mismo...

 

Cuantas veces nos hemos encontrado en la dinámica de sentirnos indignos de merecer... Diciendo “No soy merecedor de cariño, de alcanzar mis sueños, obtener un logro y tener éxito”, sintiéndonos indignos de ser amados y tener todo aquello con lo que hemos soñado. Una de las cosas más difíciles para muchas personas es aprender a sentirme merecedores. Vivimos en la cultura del esfuerzo, que implica que las cosas, logros y aún la felicidad, para merecerlas, hay que ganárselas o simplemente creemos que es cuestión del destino, suerte o del universo, la causa de todas nuestras desgracias y desventuras.

 

Todos venimos con un sin fin de creencias limitantes desde nuestra niñez, condicionamientos sociales, familiares y del entorno; permeando, marcando y dando dirección a nuestro comportamiento y la manera de vernos a nosotros mismos... ¿basadas en qué?... En lo que nos dijeron, vivimos, interpretamos, en lo que conocimos, en cómo nos trataron y nos sentimos tratados, en cuanta atención, cariño y amor, nos dieron, etc. Dando todo ello forma a lo que creemos de nosotros, cómo nos vemos, auto reafirmamos y auto reconocemos.

 

Una de las creencias más limitantes en los seres humanos es precisamente la del merecimiento y la legitimidad. Porque gran parte de “las parálisis, miedos y sufrimientos” que experimentamos día a día vienen de no sentimos con la legitimidad o el merecimiento del: “lo merezco”, cambiando nuestra percepción y creencias por un “no lo merezco, no es para mí, no soy digno.” Sumando frases a nuestro día a día como: No me merezco ser feliz, el amor no se hizo para mí; No merezco un trabajo mejor; No me merezco una pareja que me haga feliz; No me merezco tener buenos amigos y buenas personas en mi vida que me quieran por quien soy; No me merezco una vida tranquila, feliz, plena, dichosa; No me merezco tener dinero, tranquilidad y estabilidad; No me merezco disfrutar de mi tiempo, la vida y los placeres.

 

Cuantas veces aún deseando que la vida cambia, que nosotros tengamos una nueva visión de nosotros mismo, no hacemos el menor esfuerzo por que suceda, el sentir que no se lo merece, llega a ser tan sutil, que a veces esta creencia la vivimos como normal; a tal grado que hay que trabajarla para ¡hacerla consciente! Pero ¿cuál es el límite? ¿Hasta dónde tenemos que llegar para poder sentir que merecemos algo sin tener que seguir esforzándonos eternamente?

En muchas familias, si alguien quiere algo, tiene que ganárselo aun sin la garantía de obtener una recompensa, porque, de hecho, se considera una obligación que las personas hagan las cosas por deber, sin importar si realmente quieren hacerlo, sin escuchar sus sueños, anhelos, deseos, aspiraciones, cometiendo una vez más el mismo error con quienes amamos.

 

El no sentirnos dignos o merecedores de amor o de cariño es una experiencia compleja, tratándose de una valoración que se hace del otro, a partir de la mala opinión acerca de uno mismo, a partir de una infancia carente de afecto, confianza y reconocimiento. Donde esa sensación de no merecer amor es consecuencia del maltrato, que tiene lugar desde la familia.

 

También habría que cuestionarnos si, para merecer, es necesario que dejemos de ver a los demás, sus logros, y compararnos una y otra vez, con lo que debí, no hice y no pude... No es extraño que, para no sentirse culpables, primero vean las necesidades y deseos del otro antes de ver las propias, si es que alguna vez llegan a permitirte ese derecho, de oírte a ti mismo.

 

Nosotros tenemos la capacidad de construir nuestra realidad por medio de nuestros pensamientos y, por tanto, los pensamientos que generamos en la mente son los que nos hacen ver la realidad tal y como la percibimos.

 

La actitud que asumimos ante la vida es algo fundamental. “Los pensamientos construyen realidades y así como pensamos, somos”. Las creencias que hemos adquirido durante la vida respecto al merecimiento van a tener una fuerte influencia en relación a qué tan merecedores o no nos sentimos de recibir de otros, amor, respeto, dignidad, éxito, reconocimiento y aceptación.

 

¿Cómo se relaciona el merecimiento con la autoestima? Cuando una persona cuenta con una sana autoestima (en equilibrio), es más fácil que se sienta merecedor de una buena vida, pues es alguien que tiene mucho que ofrecer y, al sentir que merece lo mejor y que es capaz de recibirlo, agradecerlo y disfrutarlo, esta actitud, a la vez, aumenta su autoestima.

 

La conciencia de merecimiento y la autoestima están muy ligadas. Cuando una persona tiene una alta autoestima, siente que se merece lo mejor porque ella también tiene muchas cosas buenas que ofrecer a la vida, agradeciendo y disfrutándolo, comprendiendo que simplemente por el hecho de existir, merecemos: el amor, la salud, la prosperidad y el bienestar que estemos dispuestos a recibir, siempre y cuando sintamos que lo merecemos.

 

Pero que es aquello que nos cuesta sentirnos merecedores: -Cosas materiales: dinero, regalos u obsequios, -Éxito y reconocimiento, -Amor, -Respeto y trato digno, -Descanso y tiempo para el esparcimiento, familia y uno mismo, -Espacios para compartir con los amigos o la pareja sin dejar de sentirnos culpables.

 

El primer paso consiste en que tomes conciencia de que te mereces lo mejor. Así que empieza a comportarte en consecuencia del merecer, y dime... ¿Qué sería lo primero que cambiarías en tu vida, hoy mismo, si supieras que te mereces lo mejor? ¿Qué te concederías? ¿Para qué te darías permiso? ¿Qué te regalarías? ¿A qué o a quién le dirías que “sí”? ¿Qué harías ahora mismo si creyeras de verdad que te lo mereces? ¿Un viaje? ¿Un sueño? ¿Dar amor, recibirlo?... Sea lo que sea hazlo sin miedo...

 

El sentirse merecedor, también te otorga la posibilidad de dar y recibir sin miedos, lo importante es que exista un punto medio entre el dar y el recibir, dado que ambas acciones son importantes y generan un sano y necesario equilibrio.

 

Así que, si te sientes merecedor de amor, cariño, felicidad y éxito, otórgate también la oportunidad y el habito de dar, si tu no recibiste esa enseñanza y afecto de niño, nada te impide expresarlo, darlo y compartirlo. Aunque te cueste trabajo, intenta practicar lo que menos acostumbras (dar o recibir). Es cuestión de practicar el nuevo hábito para hacerte consciente de que está bien sentirse merecedor y está bien hacer sentir merecedores a los demás de amor, felicidad, gratitud, reconocimiento... donde el dar y el recibir son experiencias igual de agradables.

 

«Expresar amor es curativo por partida doble para quien lo da y para quien lo recibe – Walter Riso»

 

No dejen de escribir que queremos conocer sus comentarios, recuerden que tenemos una cita en: #EstamosEnConexión #RadioEnRedes

Todos los Lunes de 17:00 a 19 horas, a través de: www.radioenredes.com

No hay comentarios:

Publicar un comentario