Columna Nuevos Horizontes
Convenio DGETA-CIAT, desarrollo regional y educación dual
Alberto Jiménez
Merino
El próximo miércoles 7 de junio en el municipio de Molcaxac, Puebla, se firmará el
Convenio de Cooperación Técnica entre la Coordinación Estatal de la Dirección
General de Educación Tecnológica Agropecuaria y Ciencias del Mar (DGETAYCM)
de la Secretaría de Educación Pública (SEP), a cargo del capitán Raymundo Mata
Contreras, y el Centro de Innovaciones Agroalimentarias y Tecnológicas Puebla
A.C. (CIAT) México, que me honro en dirigir.
Los principales objetivos del convenio DGETAYCM-CIAT son el establecer
parcelas demostrativas para promover el rescate de la milpa mexicana, impulsar el
cultivo de praderas de temporal para mejorar la alimentación del ganado, y
tecnificar el cultivo de caña de azúcar, todas estas tareas utilizando biofertilizantes
para una agricultura más ecológica en la Mixteca Poblana y el Valle de Tehuacán.
Participan en este esfuerzo, los Centros de Bachillerato Tecnológico Agropecuario
(CBTA) de Molcaxac, Zinacatepec, Acatlán, Chietla, así como el Instituto
Tecnológico Agropecuario (ITA) de Tecomatlán. En cada uno de ellos se instalará
una hectárea de milpa mexicana y una de pasto Mavuno, ambas con
biofertilizantes. En Chietla, ubicada en la región del ingenio azucarero Atencingo,
además se agrega una hectárea de caña de azúcar también con biofertilizantes.
Este convenio suma esfuerzos técnicos, tecnológicos y materiales de las
empresas mexicanas, tales como semillas El Caudillo, que aporta la semilla de
maíz; biofábrica Siglo XXI, que proporciona los biofertilizantes; y la empresa
brasileña Wolf, con la semilla de praderas tropicales.
La firma de este acuerdo adquiere pertinencia en el marco de la estrategia de la
DGETAYCM para adoptar la educación dual de sus educandos, con la experiencia
desarrollada en Alemania. Los estudiantes deben cubrir un tiempo de su formación
trabajando en empresas de su ámbito profesional.
La vinculación Gobierno–Escuela–Empresa–Productores, es una fórmula
indispensable para la mejor formación de los futuros profesionistas, lo que les
permitirá ser más conocedores de la realidad para atender los problemas de la
productividad sustentable.
La milpa mexicana es una asociación de maíz-frijol-calabaza que los campesinos
hacían en la época prehispánica para asegurar las cosechas. Así, en los años
buenos en lluvias podían cosechar de todo, pero si había sequía al menos
obtenían calabaza y frijol, por ser cultivos más rápidos. Este método de cultivo
fortalece la seguridad alimentaria familiar e incluso llega a duplicar los ingresos en
comparación al monocultivo de maíz.
Con el tiempo esta forma de cultivo ha ido desapareciendo por la falta de servicios
técnicos, capacitación, asesoría e insumos, y por las recurrentes sequías cada vez
más intensas por el cambio climático. Ante ello, se plantean acciones de rescate a
través de la formación de técnicos y profesionistas que vengan a cubrir este vacío
de las políticas públicas.
En la misma línea se encuentra la alimentación del ganado, uno de los problemas
más añejos de la ganadería y de gran actualidad por el cambio climático, porque
no hemos sido capaces de convencer a los ganaderos de darles la categoría de
cultivos a los pastos con los que se ha alimentado el ganado en las áreas cerriles,
desde la llegada de los españoles.
Una historia similar tiene la degradación de los suelos por malas prácticas
agrícolas y por la predominancia de una cultura extractiva que por décadas ha
cultivado las cosechas, sin devolver los residuos y abonos para mantener el
equilibrio nutricional. Hemos perdido la tierra fértil, la materia orgánica y hasta los
microorganismos del suelo. Hoy no solo requerimos detener la degradación,
también recuperar la materia orgánica y los microbios. Por ello, la propuesta de
usar abonos a base de microrganismos, como los biofertilizantes, es ya muy
necesaria.
Y, no hay mejor forma de capacitar y transferir tecnología, que hacerlo por la vía
demostrativa en la que los jóvenes y sus padres puedan verlo en vivo y
compartirlo con los demás fuera de las aulas en sus regiones de influencia. El 50
por ciento del nuevo conocimiento se obtiene de ver lo que otros están haciendo.
Hemos perdido muchos años compartiendo teoría sin práctica.
La escuela es el espejo de la comunidad y si queremos que algo pase en los
pueblos, hay que decirlo y hacerlo en las escuelas, con proyectos piloto
demostrativos como el primer gran paso.
Por ello, agradezco a Raymundo Mata y a los directivos y personal docente de las
escuelas participantes, por este modesto pero importante acuerdo para hacer las
cosas diferentes y con ello formar mejores técnicos para el desarrollo
agroalimentario.



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