“LAS
TERTULIAS DE LA CHIVA”
****VUELA
MUY ALTO ROSSGUA***
¡¡¡Hooooooolaaaaaa!!! Hemos
regresado para una nueva tertulia, agradeciendo siempre el apoyo de todos,
muchas gracias.
Y hoy quiero poner sobre la
mesa un tema muy doloroso, pero por el que todos pasamos en esta vida; ya que
estamos viviendo en un mundo lleno de aplicaciones, de plataformas de
streaming, de podcast, etc…
Pues cada vez resulta más
lejano y más raro encontrar amigos de verdad, o ser esos amigos que estén
dispuestos a acompañar en momentos difíciles en algún momento de la vida.
Es por eso que cuando
llegamos a recibir una noticia tan fuerte, como es la muerte de un gran amigo o
amiga nos llega a devastar.
Lo más fuerte y
característico de una muerte inesperada es la lucha con la sensación de
irrealidad. Es muy habitual que, tras un fallecimiento repentino, el doliente
no sienta el dolor de la pérdida en un primer momento. Cuando se observan
reacciones de serenidad mantenida o de gran tranquilidad en dolientes que
acaban de perder a un ser querido, generalmente éstas se achacan a la frialdad
o incluso a la fortaleza (bien o mal entendida) pero, en cualquier caso, es de
sorprenderse.
A menudo estas reacciones
provienen de mecanismos de defensa básicos de protección del dolor. No podemos
afrontar lo que no estamos preparados a soportar.
Estos mecanismos internos de
protección dan tiempo a nuestra mente y a nuestro cuerpo para que procesen lo
sucedido. Son mecanismos puramente biológicos y necesarios. Cada persona tiene
unos tiempos para afrontar la realidad de la muerte, que deben ser respetados.
Hemos escuchado los
testimonios de dolientes que experimentan una sensación de muerte inesperada,
aunque su pérdida hubiera sido tras una larga enfermedad: no se sentían
preparados e incluso afirmaban no haberse dado cuenta de cómo estaba siendo el
desarrollo de la enfermedad y la cercanía de la muerte.
Otras veces la familia entra
en un proceso de silencio frente a la enfermedad y la cercanía de la muerte. Se
trata de un periodo durante el cual la información no fluye y en el que a
menudo el cuidador principal es incapaz de ver lo evidente del
deterioro y del desarrollo de la enfermedad. Cuando esto
ocurre, el desarrollo del duelo posterior se asemeja mucho al causado por
una muerte inesperada.
En algunas ocasiones el cine
nos a ayudado a sobrellevar este tipo de dolores, de duelos o de ausencias. Me
hice a la tarea de investigar grandes obras de arte plasmadas que narran esta
sensación de dolor en una gran película.
Hoy les quiero recomendar un
largometraje japonés que narra la historia de Diago Kabayoshi, un
violonchelista que, tras perder su trabajo en la orquesta donde tocaba, regresa
con su esposa a su ciudad natal, donde responde a una oferta de empleo en lo
que él cree que es una agencia de viajes. Nada más lejos de la realidad: el
anuncio pertenece a una funeraria donde Diago volverá a trabajar, ocupándose de
la ceremonia del amortajamiento de los difuntos, de darles la última despedida.
La película aborda de una
manera magistral cómo tienen lugar las ceremonias y los rituales
funerarios en Japón. Si bien es verdad que estos se encuentran condicionados
por la cultura en la que tienen lugar, lo cierto es que los rituales tienen una importancia enorme,
tanto en la cultura oriental como en la occidental.
También existe otra gran
película llamada: “Azul” Este filme forma parte de una trilogía de películas,
dirigidas por Krysztof Kielowski, dedicada a los colores de la bandera
francesa, azul, rojo y blanco. En un accidente de coche, Julie pierde a su
esposo Patrice, un prestigioso compositor, y a la hija de ambos, Anna. Al
recuperarse de sus lesiones, Julie decide comenzar una nueva vida -independiente,
solitaria y anónima-, alejada de los privilegios que antes disfrutaba. (¡¡¡qué
fuerte!!!)
Estas son sólo algunas de
las películas que existen sobre duelo y los usos que se han descrito son
tan sólo algunos de los fines a los que pueden servir.
Estas son solo algunas que forman
parte de las filmografías en torno al tema de la pérdida.
Aceptar la muerte de alguien
cercano puede tomar desde meses hasta un año. No hay una duración “normal” de
duelo. Usted tampoco debe anticipar que va a pasar por “fases de duelo” – investigaciones
recientes han surgido que la mayoría de las personas no pasan por estas fases
de forma progresiva.
Si tomamos en cuenta que la mayoría de nosotros puede superar la
pérdida y continuar con nuestras vidas, nos damos cuenta de que los seres humanos,
por naturaleza, tenemos una gran capacidad de resiliencia. Pero algunas
personas lidian con el duelo por más tiempo y se sienten incapaces de llevar a
cabo sus actividades cotidianas. Estas personas podrían pasar por lo que se
conoce como duelo complicado y les podría beneficiar la ayuda de un profesional
de salud mental calificado como un psicólogo que se especialice en el duelo.
Si siente que sus emociones le abruman o que no puede superarlas,
quizás hablar con un profesional de salud mental calificado como un psicólogo
le podría ayudar a lidiar con sus sentimientos y recuperar el rumbo para salir
adelante.
Hoy quiero terminar esta tertulia con una frase dedicada a una
amiga y colega que hace poco Dios llamó ante su presencia:
“Fuiste una mujer muy luchadora que hasta el
último momento se enfrentó valientemente a una terrible enfermedad, pero ahora
ya estás disfrutando el descanso eterno. Amiga mía, gracias por tu ejemplo de
vida”.
Tertulia dedicada con todo mi cariño y
agradecimiento a + Rosa Guadalupe Fernández Benítez (Rossgua +) QDEP.
Tenemos una cita para la
próxima Tertulia, cuídense y no duden en mandar sus comentarios, que los tomaré
en cuenta ya que con las críticas siempre se aprende.
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