A casi cuatro años del inicio de la emergencia sanitaria por
COVID-19 en México, no podemos olvidar que la pandemia no ha terminado y sigue
dejando estragos en la vida y, sobre todo, la salud de la población a nivel
mundial y de nuestro país, por lo que no debemos bajar la guardia.
Fue la Organización Mundial de la Salud (OMS) la que hace unos
días informó que en diciembre de 2023 se registró un aumento en las
hospitalizaciones globales a causa de este coronavirus, por lo que instó a los
gobiernos a mantener la vigilancia y garantizar los tratamientos y vacunas
contra el virus SARS-CoV-2.
Sin embargo, esta nueva oleada de COVID-19 no es ajena a la
carrera evolutiva que ha tenido el virus, debido a que ya desde hace varios
meses se habla de una nueva subvariante conocida como “JN.1 Pirola”, la cual
fue identificada en paralelo en Luxemburgo y Estados Unidos a finales de agosto
de 2023. Desde esa fecha, ha incrementado su presencia en Europa y para
mediados de diciembre fue detectada en China.
La propia OMS clasificó a JN.1 Pirola como una variante de
interés, un apartado al que pertenecen aquellos grupos de linajes de SARS-CoV-2
cuyas características tienen el potencial para aumentar la transmisibilidad o
la gravedad de la enfermedad.
Incluso, el Dr. Eric Feigl-Ding, epidemiólogo y
economista de salud en la Escuela de Salud Pública de Harvard, así como el Dr.
Eric Topol, científico y fundador del Cleveland Clinic Lerner College of
Medicine, coinciden en que estamos ante la segunda ola de infección más
grande de COVID.
A ello se suman datos del científico JP Weiland, quien
ha determinado que en la temporada navideña en Estados Unidos, uno de cada 21
americanos ya estaban contagiados con esta nueva variante.
Los investigadores han dicho que la velocidad a la que crece esta nueva
cepa es una clara señal de que desplazará a las otras variantes en circulación
y se convertirá en el motor de un nuevo brote durante esta temporada invernal.
Y es que no podemos olvidar que las épocas de mayor frío hay una
mayor proliferación de virus respiratorios e influenza, lo cual también
complica la detección oportuna de la sintomatología.
Las autoridades sanitarias de nuestro país ya han dado cuenta del
repunte de ocupación de camas en las unidades médicas. Informaron que, con
corte al 13 de enero, de un total de cinco mil 489 camas reportadas por las
unidades para la atención de pacientes con COVID, 183 camas generales y 25
ventiladores estaban ya ocupados.
Esta nueva evidencia no debe causarnos pánico, sino por el
contrario, nos deben impulsar a reforzar las medidas preventivas de contagios o
incluso a retomarlas. No olvidemos que ya hemos atravesado por estos mismos
escenarios por cuatro años una y otra vez y sabemos cómo actuar.
El lavado de manos adecuado y regular es una de las medidas más
simples y efectivas para prevenir la propagación del virus. Se recomienda
lavarse las manos con agua y jabón durante al menos 20 segundos, especialmente
después de entrar en contacto con superficies de uso común.
El uso de cubrebocas es crucial para reducir la transmisión del
virus, especialmente en lugares públicos o cuando no es posible mantener el
distanciamiento social. Es esencial utilizar mascarillas que cubran la nariz y
la boca correctamente y reemplazarlas regularmente.
Evitar aglomeraciones y reuniones en espacios cerrados ayuda a
reducir el riesgo de contagio, además de asegurar una buena ventilación en
espacios cerrados. Abrir ventanas y puertas para permitir la circulación de aire
fresco contribuye a disminuir la concentración de partículas virales en el
ambiente.
Limpiar y desinfectar regularmente superficies de contacto
frecuente, como manijas de puertas, interruptores de luz y dispositivos
electrónicos, ayuda a prevenir la propagación del virus. El uso de
desinfectantes aprobados por las autoridades de salud es fundamental.
Aunado a ello, las personas que presentan síntomas de COVID-19 o
han estado en contacto con alguien diagnosticado positivo deben seguir las
pautas de autoaislamiento establecidas por las autoridades sanitarias. Esto
ayuda a prevenir la transmisión a otras personas.
Así que ante esta nueva oleada lo principal es no bajar la
guardia, vacunarse y echar mano de todas las buenas prácticas aprendidas a lo
largo de estos cuatro años en los que nos ha tocado convivir con el virus. La
premisa sigue siendo el saber que evitar los contagios está en nuestras manos.
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