Canasta
de proyectos regionales poblanos 1991-2024
Alberto
Jiménez Merino
Metzonapa, en Ayotoxco, y, El
Zapotal y Santa Lucía, en Tenampulco, son tres comunidades de la Sierra
Nororiente de Puebla, que en el año 2000 abrazaron con gran interés el cultivo
de litchi, en una superficie de 25 hectáreas, dentro del Programa Mujeres en el
Desarrollo Rural. Esta es una fruta de origen oriental que hoy representa una
opción real a la economía regional de las zonas cálidas del norte de Puebla.
El origen de esta iniciativa
de reconversión productiva, promovida por Moisés Pérez Luna, fue la necesidad
de diversificar la cafeticultura ante las constantes caídas de precio en el
mercado internacional. Así que, se decidió apoyar la siembra de litchi para
sustituir los cafetales de las partes más bajas y cálidas, al considerarlas de
menor importancia para la producción y calidad del café.
Entre 2001 y 2002, se
plantaron 100 hectáreas más de este fruto en Nanacatepec, Metzonapa, Copales y
La Unión, en el municipio de Ayotoxco.
El auge productivo inició a
partir de 2008 y provocó que más personas plantaran con sus propios recursos.
Actualmente, solo entre Ayotoxco y Tenampulco, existen más de 300 hectáreas y
se han desarrollado centros de acopio y empaque que generan empleo para cientos
de poblanos.
La reconversión productiva
regional agropecuaria siempre requiere del apoyo del gobierno, de superficies mínimas,
superiores a 30 hectáreas, con acompañamiento técnico, mercado asegurado y sus
resultados no se ven en un sexenio.
Los ganaderos de Tulcingo de
Valle, Axutla, Chila de la Sal, Xicotlán, Chiautla de Tapia, Huehuetlán El Chico,
Teotlalco, Jolapan e Ixcamilpa de Guerrero, encontraron una solución a la alimentación
de sus animales con la adopción de pasto llanero, introducido a la Mixteca poblana
en 1991, por el Centro de Producción de Semillas Forrajeras, en Tehuitzingo.
La siembra de praderas junto
con la construcción de represas para el abasto de agua al ganado, apoyado por
el gobierno estatal entre 1995 y 1999, representó en muchos casos alargar el
periodo de ordeña hasta febrero, cuando tradicionalmente se suspende en
noviembre por la falta de comida y agua. Praderas sembradas en esa época
persisten hasta hoy, como se puede comprobar en la parcela escolar de la telesecundaria
de Axutla y varios municipios.
Hace unos días, al publicar en
este espacio un recuento de historias de desarrollo impulsadas junto a los
poblanos, derivadas de un encuentro de amigos con Alejandro Armenta Mier,
recibí varios mensajes mencionando varios proyectos realizados en algunas
comunidades y regiones de Puebla que fueron omitidos. Por eso, hoy incluimos
otro segmento que sólo es parte de un listado mayor que refleja iniciativas y
esfuerzos de muchos poblanos.
Un día del año 2000, llegó a
la oficina de la Secretaría de Desarrollo Rural (SDR), Alberto Nava Ruano, de
Aquixtla, quería apoyo para instalar invernaderos. Ya se había terminado el
programa de microinvernaderos que se promovieron en apoyo a mujeres para la
seguridad alimentaria de las familias. Solo quedaban 2 unidades, de 150 metros
cuadrados cada una. Se le entregaron a Nava Ruano y así construyó el primer
invernadero de 300 metros cuadrados en Aquixtla.
Para el año 2010 había ya en
este municipio más de 100 hectáreas de invernadero para la producción de
jitomate, con apoyos del gobierno del estado e inversión de particulares. Es
nuestra pequeña Almería, una localidad española en donde existen casi 30 mil hectáreas
de invernaderos.
No cuento con la cifra actual
de invernaderos de Aquixtla, solo sé que allí ocurrió un gran desarrollo
comunitario acelerado por una gran cultura de manejo del agua en el cultivo de
papa. Cada productor tenía antes de los invernaderos, un reservorio para captar
agua de lluvia. Actualmente, la falta de agua es un gran problema. Su
desarrollo agrícola amerita la creación de un agroparque de servicios técnicos
y comerciales, y la adopción de sistemas productivos que hagan más eficiente el
uso del agua y la sanidad de los cultivos.
Una historia similar pertenece
a Dióscoro Rojas, quien es el líder de la innovación de la producción de
pescado bagre y tilapia en jaulas flotantes, en Puebla, y que es una técnica
japonesa con más de 200 años de antigüedad. Este proyecto se desarrolló en la
Presa Peña Colorada, en Acatlán, una obra que suministra agua para riego a las
comunidades de Peña Colorada y Progreso, en Piaxtla.
Desde el año 2005 se
instalaron en el vaso de esta presa 30 jaulas de tubos de PVC y malla, de
3x3x1.20 metros, para producir una tonelada de pescado en jaula por año, en
condiciones controladas. Actualmente, hay un potencial para más de 300 jaulas
flotantes en Peña Colorada más otras 200 en la Presa Boqueroncitos Tehuitzingo,
100 en Huachinantla, Jolalpan y 500 en el sistema de Presas Carros-Cayehuacán Puebla
- Morelos.
Asimismo, este 23 de marzo, en
Oriental, fui invitado al inicio de uno de los proyectos más importantes de
agricultura familiar que existen hoy en nuestro estado. Un grupo de 50 mujeres
organizadas para producir hortalizas, plantaron lechuga, col, chile, rábano y
brócoli, en una superficie de 3 hectáreas, con lo que obtendrán en promedio 7
mil pesos por ciclo por participante, con un total de 3 ciclos al año. Apoyado
por el presidente municipal de Oriental, Alejo González, es un modelo que no se
había visto en Puebla.
Allí encontré a Dora María
González Carreón, quien junto a 15 mujeres más, en 2005, iniciaron un proyecto
de producción de yogurt que apoyamos para su comercialización y que perdura
después de 18 años.
Todo lo anterior nos muestra
que los apoyos asistenciales y los programas sociales, bien aplicados, están
bien, pero no resuelven la pobreza. Sin embargo, los apoyos al fomento de
actividades productivas son indispensables para generar riqueza y deben ser
complementarios en la política social.
Cualquier otra valoración, son
puros cuentos.
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