Cantona, zona arqueológica más grande de México
*Este mes se cumplieron 30 años de su apertura al público
Por Raúl Torres
Salmerón
Hace 30 años abrió al público la Zona Arqueológica de
Cantona, en Puebla, en la época del Gobernador Manuel Bartlett Díaz, constituida
por 25 hectáreas, de las cuales se encuentran abiertas casi el 2 por ciento de
la máxima extensión que tuvo esta ciudad prehispánica; no obstante, su
Acrópolis y sus terrazas de carácter habitacional y agrícola ofrecen un
acercamiento al complejo urbanismo que alcanzó entre los años 600 y 800 d.C.
Cantona es reconocida como la zona arqueológica más grande
de México debido a sus dimensiones. Ningún otro sitio arqueológico en el país
abarca tanto espacio como Cantona.
Aunque no se ha determinado con certeza qué cultura habitó
Cantona, se cree que recibió influencias de los pueblos olmeca-xicalanca,
teotihuacano y totonaco. El enigma radica en que la ciudad fue abandonada
aproximadamente 500 años antes de la llegada de los conquistadores, alrededor
del siglo XI y se cuenta con pocos registros históricos, salvo por la migración
que ocurrió después de numerosas invasiones chichimecas.
Los habitantes de Cantona se destacaron como hábiles
artesanos en cerámica, piedra y, sobre todo, en obsidiana, un material clave
para el desarrollo de la ciudad que extraían de yacimientos cercanos. Un dato
curioso es que el nombre Cantona proviene del náhuatl Caltonac, que significa
Casa del Sol, en referencia a la importancia del sol en la cosmovisión de sus
antiguos habitantes.
Durante siglos este centro urbano pasó casi desapercibido,
sin embargo, el trabajo del arqueólogo Ángel García Cook y los custodios
locales ha permitido devolverle en 1992 a esta ciudad ancestral su voz y su
grandeza, consolidándola como un referente histórico y cultural en México y el
mundo, y que abrió al público en 1994.
Gracias a las labores del Proyecto Especial Cantona, el cual
estuvo a su cargo por varios años, fue posible excavar y consolidar 54 unidades
habitacionales populares, 9 unidades habitacionales de la elite y una mixta, de
elite y cívico-religiosa, en las terrazas intermedias y la parte baja del
asentamiento, así como 32 conjuntos arquitectónicos en la parte alta, donde se
localiza el centro cívico-religioso principal de la ciudad o Acrópolis.
Como resaltó García Cook, Cantona, asentada en un malpaís o
campo de lava, es única en su género respecto a sus unidades habitacionales y
vías de circulación interna. Toda la población, salvo los altos dignatarios,
vivió en unidades habitacionales cerradas por muros periféricos y delimitadas
por accidentes topográficos, adaptados con muros de contención para tal fin.
Cantona fue la primera urbe del Altiplano Central, antecedió
a Cholula y Teotihuacán y sitio de relevancia histórica y cultural en
Mesoamérica.
En su apogeo, entre los años 600 y 900 D.C., Cantona abarcó
una extensión de mil 450 hectáreas y albergó a una población estimada de 93 mil
habitantes, resaltó el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH).
Además, se han identificado al menos 27 juegos de pelota en
el sitio, de los cuales seis han sido consolidados. Este número es excepcional
en comparación con otras ciudades prehispánicas, lo que subraya la importancia
cultural y social de esta práctica en la antigua Cantona.
Esta antigua ciudad prehispánica se desarrolló sobre un
terreno de lava conocido como malpaís, que, lejos de ser un obstáculo, ofreció
ventajas significativas a sus habitantes. Las rocas volcánicas fueron utilizadas
para construir viviendas, calles, murallas, plazas y avenidas, lo que convirtió
a Cantona en un modelo de adaptación al entorno.
Destaca por ser una de las ciudades fortificadas más grandes
de la época prehispánica. Esta zona arqueológica se encuentra a 40 kilómetros
de Cholula y a 146 kilómetros de Teotihuacán.
La ciudad fue edificada utilizando la técnica de piedra
seca, que consiste en ensamblar piedras sin emplear materiales de unión como
argamasa. Este método, conocido también como arquitectura a hueso, fue
reconocido en 2024 por la UNESCO como parte del Patrimonio Cultural Inmaterial
de la Humanidad en su aplicación europea.
A propósito de la conmemoración de los 30 años, la
Secretaría de Cultura del Gobierno de México, a través del Instituto Nacional
de Antropología e Historia (INAH) y del Centro INAH Puebla, organizó el
programa Piedra y Memoria: El Legado Ancestral de Cantona, que se realizó el 18
y 19 de enero de 2025, en el sitio localizado en el kilómetro 7.5 de la
carretera Tepeyahualco-Xonacatlán, Municipio de Tepeyahualco de Hidalgo.
El evento reconoció los 30 años de servicio de los custodios
de la zona arqueológica, Angélica Miñón de Cristóbal, Álvaro Novas Loeza y
Enrique Miñón Hernández.
Diversos especialistas que estudian este lugar patrimonial
hablaron de los avances y retos de las investigaciones que, en gran medida, dan
continuidad a los aportes que hiciera el arqueólogo Ángel García Cook
(1937-2017), a quien se rindió tributo en estas jornadas.
El evento rindió homenaje tanto al arqueólogo Ángel García
Cook, quien lideró su investigación y restauración, como a los custodios
locales que han trabajado durante décadas para preservar este patrimonio.
A la memoria del profesor y al esfuerzo continuado de los
guardianes del patrimonio que él formó, fue dedicado el programa Piedra y
Memoria. Al inaugurar el evento, el sábado 18 de enero de 2025, el Director del
Centro INAH Puebla, Manuel Villarruel Vázquez, destacó que Cantona es ejemplo
de lo que se ha dado por nombrar paisajes culturales, pues surgió de la
adaptación de una sociedad a un medio muy específico, un derrame de lava que,
pese a lo que pudiera creerse ofreció grandes ventajas a sus pobladores,
empezando por las rocas con que construyeron sus viviendas, calles, murallas,
avenidas y plazas.
En ese sentido, el titular de la Dirección de Estudios
Arqueológicos (DEA), de la institución, Luis Alberto Martos López, abordó la
técnica constructiva usada en esta metrópoli, la edificación con piedra sin
utilizar materiales de unión o argamasa.
Así como los antiguos cantonenses erigieron esta singular
ciudad, donde se tienen detectados al menos 27 juegos de pelota –seis de ellos
consolidados–, fueron los pobladores modernos de la región, quienes colaboraron
en su redescubrimiento sumándose al proyecto dirigido por Ángel García Cook, a
partir de 1992.
Una veintena ellos, incluidos algunos que comenzaron a
trabajar en el sitio siendo jóvenes y ahora son sus custodios y guías, recibieron
un reconocimiento por parte de los titulares del Centro INAH Puebla, Manuel
Villarruel y de la DEA, Luis Alberto Martos; de la Secretaria de Cultura de la
entidad, Alejandra Pacheco Mex; del General Raúl García Hernández; de la Diputada
Local Azucena Rosas Tapia y del Presidente Municipal de Tepeyahualco, Said
Godos Luna.
Asimismo, en un gesto de gratitud, los custodios regalaron a
los hijos de Ángel García Cook, Ángel y Javier, la maqueta de uno de los juegos
de pelota de Cantona, acompañado de una placa que describe a su padre como “un
visionario que supo escuchar el lenguaje de la piedra y despertar el alma de
Cantona. Con dedicación incansable, abrió los caminos de esta ciudad ancestral,
devolviéndole su voz y su grandeza.
Por su parte, la nieta del Arqueólogo, Rebeca García, habló
del hombre sencillo que fue García Cook, alguien que trataba a todas las
personas por igual, amante de los animales, parco en muestras afecto, pero que,
a la vez, sabía dar los abrazos más sentidos. Un personaje que sigue velando
por Cantona desde las alturas del Cerro de las Águilas, donde yacen sus restos,
tal y como fue su deseo.
La primera jornada recuperó las vivencias de los custodios
que, además de relatar algunos de sus hallazgos, lápidas, conjuntos de finos instrumentos
de obsidiana negra o una urna que contenía los restos de un infante, comentaron
sobre las voces, las luces y el sonido de un tambor, que a veces impregnan la
atmósfera semidesértica.
Las conferencias del sábado 18 de enero, a cargo de los
doctores Alberto Diez Barroso Repiso y Sergio Suárez Cruz, abordaron además la
interacción de Cantona con sitios de menor rango de la Sierra Norte de Puebla,
que también participaron de la explotación del yacimiento de obsidiana
Zaragoza-Oyameles y de la presencia de 29 canchas de juego de pelota
registradas en 21 sitios arqueológicos de los municipios de Venustiano
Carranza, Francisco Z. Mena y Pantepec, como parte de un proyecto de
reconocimiento de la zona.
En fin, como escribió Olvido Andújar (España), en su poema
Arqueología:
La
arqueología descubre tesoros,
monedas,
vasijas, huesos
y tras su
análisis interpreta
qué
significa nuestra historia,
qué
significamos tú y yo, nosotros.
raultorress@hotmail.com
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