Faenas
comunitarias con sopa de piedra poblana
Alberto
Jiménez Merino
Según Wilkipedia, el Tequio es la faena o trabajo colectivo sin
remuneración, que se ofrece a la comunidad.
Y, de acuerdo con la Universidad Veracruzana, la faena comunitaria es un modo de organización social que busca dar
solución a problemas comunitarios con la participación de todos.
Un cuento tradicional de Inglaterra, adaptado por arbolabc.com, describe que un viajero
llegó a una aldea. No contaba con refugio, ni comida. Confiaba en que alguien
le ofreciera. Tocó muchas puertas pidiendo comida, pero no fue posible
conseguirla.
Entonces se fue a la plaza del
pueblo y llenó con agua del río la olla que llevaba. Encendió fuego y dejó caer
una piedra dentro de la olla. Un aldeano
se acercó y le pregunto:
- ¿Qué haces?
- Una sopa de piedra, le dijo.
- ¿Y se le puede agregar
zanahoria?
- Sí, contestó el viajero.
Y en poco tiempo el aldeano
regresó con 10 zanahorias.
Después otro aldeano preguntó
qué estaban haciendo. “Sopa de piedra con zanahorias”, fue la respuesta.
¿Y se le puede poner papa? Sí, contestó
el viajero. Y al poco tiempo regreso con una docena de papas.
Fue así como muchos aldeanos
pudieron aportar sus ingredientes favoritos a la sopa de piedra. Un joven se
unió trayendo a su madre y todos los platos y cucharas de su casa.
No pasó mucho tiempo para que
decenas de aldeanos se unieran al viajero, ofreciendo sus ingredientes
favoritos: jamón, champiñones, calabaza, sal, pimienta. Todos querían
contribuir a la innovadora receta. Finalmente, el viajero sacó la piedra, la
tiró y declaró: ¡la sopa de piedra
está lista! Y fue así como una pequeña comunidad se unió a una gran fiesta que
comenzó con una piedra y un gran ingenio.
En la Mixteca Poblana, en un
principio, la faena comunitaria era
una costumbre de práctica frecuente. El acondicionamiento de caminos, el abasto
de agua, la limpia de acequias, el colado de un techado, la reparación de
corrales y cercos, el marcaje de ganado, arreglar las escuelas y las bancas, la
siembra y, especialmente, la cosecha del maíz, se hacían en conjunto. Las
fiestas también se hacían con la cooperación de muchos, que aportaban lo que
podían, casi siempre en especie. En estas tradiciones, el que menos tenía,
aportaba ideas, tiempo y manos.
Con el paso del tiempo eso se
fue perdiendo. Se fue haciendo común escuchar que la atención de muchas
necesidades comunitarias era obligación del gobierno. Para eso hay presupuesto. Esto último ha sido
ampliamente utilizado por actores políticos que, en el afán del voto fácil, se
comprometen a resolver todo, sin ninguna garantía de certeza. Y en el gobierno,
como en las familias, nunca hay un presupuesto que alcance para todo.
Algo pasó también con los
padres y la escuela, porque en las últimas décadas se fue alejando a los niños
de las tareas físicas, trabajos domésticos, de las responsabilidades cívicas,
de participación en el mantenimiento de su escuela y, el teléfono celular fue
sustituyendo gran parte de ese tiempo. Las últimas generaciones se han
insensibilizado socialmente, el individualismo está retornando. La política,
muchas veces alentado desde el máximo poder nacional, ha estado perdiendo su
propósito unificador.
He querido compartir este
cuento y estas experiencias con mis tres leales lectores, porque en Puebla, Alejandro Armenta, al inicio del
Gobierno Pensar en Grande, encabeza
hoy una verdadera revolución de conciencias con una notable movilización de la
sociedad para la atención de sus propios problemas comunitarios.
Alejandro Armenta es el
viajero que en cada uno de los municipios y comunidades poblanas, colonias y
barrios, ha promovido con el ejemplo, la unión de esfuerzos, capacidades y
experiencias a través de Faenas
Comunitarias que mejoren las condiciones del entorno en que vivimos.
Convencido de que el liderazgo
es ejemplo y no solo discurso, ha iniciado su administración encabezando e
invitando a todos a realizar la limpieza de los accesos a las ciudades y a las
comunidades, atendiendo la dignificación de vialidades, parques públicos,
unidades habitacionales y también edificaciones con mantenimiento rezagado o
francamente descuidadas.
Pero no solo se promueven
tareas de trabajo físico, también las de tipo intelectual como la lectura,
orientación vocacional, alfabetización, asesoría legal, técnica y
administrativa, exposiciones temáticas, ferias comerciales, jornadas de salud y
acciones vecinales para mejorar la seguridad.
La mayor lección de las faenas comunitarias de Armenta, es que
la unión hace la fuerza. No todo es dinero, casi siempre escaso, cuando el
mayor recurso, muy abundante, es la inteligencia y conocimiento de las
personas.
Sumando voluntad, anhelos,
objetivos, fuerzas, capacidades y experiencias, las sociedades pueden resolver
todo.
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