Capacitación
y modelos para el desarrollo social
Alberto Jiménez Merino
En las últimas tres semanas
fuimos testigos de la capacidad de movilización y paralización de la vida
pública que tienen algunos maestros, formadores de las futuras generaciones
mexicanas, para generar caos social y afectar el curso de la vida, ya de por sí
complicada, de miles de ciudadanos y familias en la Ciudad de México.
Semanas antes, también concluyó
una huelga de 30 días realizada por los trabajadores académicos de la
Universidad Autónoma Chapingo, en perjuicio de más de 8,000 estudiantes de
agronomía. Independiente del derecho de manifestación y huelga, debe ser
siempre reprobable que la defensa de un derecho individual o colectivo, afecte
derechos de quienes nada tienen que ver, en un país donde la pobreza sigue
siendo el problema socioeconómico más grave.
Y es que, a pesar de que el
salario mínimo se ha triplicado desde 2018 a la fecha, 83.9 millones de
mexicanos (64.3% de la población nacional) carecen de ingresos suficientes para
cubrir sus necesidades básicas alimentarias, vivienda, educación y transporte,
según el Grupo de Investigación ¿México Como Vamos?, con datos del Consejo
Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (CONEVAL) y el
Instituto Nacional de Estadística Geografía e Informática (INEGI) (Rubén
Migueles, El Universal, 31 de mayo de 2025)
Un ejercicio académico
realizado en un bachillerato privado de Puebla, descubrió que el 95% de los
padres de familia tienen deudas económicas y, obviamente, carecen de la
educación financiera que afecta al 67% de la población nacional, los que gastan
más de lo que ganan, porque solo el 8% de los mexicanos la ha recibido de los
sistemas educativos, según Valeria Arellano (Anahuac.mx). Cómo generar
recursos, gastar, ahorrar e invertir, no lo saben 7 de cada 10 mexicanos.
La falta de educación
financiera, que deriva en problemas económicos y pobreza; la educación
ambiental insuficiente, que explica el grave deterioro de nuestros recursos
naturales; la deficiente educación alimentaria, que nos ha conducido a
sobrepeso y obesidad como líderes mundiales; y, la insuficiente intervención
para ayudar a nuestros jóvenes a identificar sus vocaciones y talentos, que les
impiden elegir su destino y crear su visión personal, son parte de las más importantes tareas pendientes de la
escuela mexicana y su sistema educativo.
Es la educación formal y la
capacitación permanente, con sus fases de motivación, orientación y desarrollo
de destrezas, lo único que realmente transforma a las personas. Debería ser,
por lo tanto, la causa más importante a atender por las políticas públicas, pero
la falta de acuerdo sobre las reformas educativas y los contenidos de los
libros de texto, nos tienen atrapados.
Ciertamente, la educación
inicia en la casa y continúa en la escuela. Pero la escuela enseña cosas que no
se requieren y en muchos casos nunca se aplican en la vida, porque hay una
desvinculación notable entre los contenidos educativos y las necesidades de las
familias, comunidades, regiones y sus sectores económicos.
Actualmente, ser profesionista, además de que es una
ilusión para muchos jóvenes y sus padres porque el estado mexicano no tiene
capacidad para atender a todos, es
insuficiente si no tiene un oficio, si no se conocen procesos específicos
como el dominio de ciclos productivos, cura de enfermedades, juicios legales,
logística comercial, trámites gubernamentales entre otros. La formación
profesional altamente teórica y sin un oficio
ha provocado desempleo, subempleo y pobreza de egresados de universidades.
La educación dual es una gran
esperanza, pero avanza muy lenta.
La capacitación en todos los
sectores es la única fuente real de innovaciones, y así lo podemos notar en la
producción agroalimentaria, gastronomía, minería, artesanía, pesca, en la
educación, en el sector público, en la empresa y en todas las actividades humanas.
Invertir tiempo y recursos para capacitar a las personas antes de iniciar sus
responsabilidades, ahorra tiempo de respuesta y de resultados. No hacerlo
empeora situaciones actuales.
La capacitación es una de las
mayores necesidades de la población. Sin embargo, la pobreza ha provocado que
los apoyos materiales y económicos tengan hoy una mayor preferencia por el
lucimiento personal de quien los otorga y su consecuente impacto político. Pero
los apoyos materiales sin capacitación pasan a ser soluciones muy temporales que
no resuelven las necesidades reales.
Debido al bajo nivel educativo
de la población mexicana, que a nivel nacional es de 9.9 años, equivalente al
primer año de preparatoria, es necesario que la capacitación que se imparta sea
demostrativa, además de los apoyos sociales y productivos que se otorguen. Sería
recomendable que, al menos una parte tomen la forma de Modelos Replicables que puedan ser adoptados, como ejemplos, hasta
por quienes no reciben apoyos. Muchos no buscan apoyos, solo quieren saber cómo
hacerlo.
Si la Capacitación Demostrativa
y los Modelos Replicables se adoptan, no tengo duda de un mayor
desarrollo familiar, comunitario y regional.
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