Ciclo escolar 2025-2026, carta a los maestros
Alberto
Jiménez Merino
Queridas
maestras y maestros: con todo mi cariño, agradecimiento y reconocimiento,
espero que algún día puedan leer esta carta.
Al
iniciar un nuevo ciclo escolar, no olvidar que sólo tenemos una oportunidad de
preparar a nuestros jóvenes para un destino que nadie puede predecir. ¿Qué estamos
haciendo con esa oportunidad?, es una pregunta que hace Stephen R. Covey, en el
libro El líder interior, y que casi no ha tenido respuesta.
Porque
todos sabemos que: “No hay regalo más grande que se le puede ofrecer a la
República que la preparación de nuestros jóvenes” - Marco Tulio
Cicerón-.
Y
esto, es una gran responsabilidad.
Cada
año ingresan más de 100 mil estudiantes a las instituciones de educación
superior de Puebla y solo egresan 54 mil, según la Asociación Nacional de
Universidades e Instituciones de Educación Superior (ANUIES), citados por
Daniela Hernández, en El Sol de Puebla, 2023.
En
México, de cada 100 niños inscritos en primaria solo 37 llegan a la universidad;
pero solo el 27% de estos logran terminar su carrera, según datos del Instituto
Mexicano de la Competitividad (IMCO), citado por Punto x Punto, el 19 Julio de2025.
En la misma fuente, Bernardo González, secretario general de la Federación de
Instituciones Mexicanas de Educación Superior (FIMPES), señala que de los que
terminan la licenciatura, cuatro concluirán maestría y uno el doctorado, entre
5 millones 300 mil estudiantes de licenciatura de 3 mil 500 universidades.
Hay
entonces 63 mexicanos de cada 100 que se inscriben a primaria y se van quedando
sin oportunidades de desarrollo personal, porque también se han menospreciado
los oficios al derogar la Ley de Artes y Oficios, y no darle valor a esta forma
mayoritaria de vida en las políticas de desarrollo económico. Hoy también
sabemos que la licenciatura no es suficiente si no se acompaña al menos
de un oficio y conocimientos de emprendimiento para iniciar desde la escuela.
Saber de todo, sin una aplicación
práctica, no sirve de gran cosa. Pero, a la inversión en equipamiento de
talleres y laboratorios, una gran parte de los tomadores de decisiones le
rehúyen.
No
obstante, los grandes esfuerzos realizados por el gobierno, hay una gran
preocupación por la pobreza prevaleciente, el deterioro de los recursos
naturales, por la cultura extractiva que hemos practicado por décadas en las
actividades productivas, la inseguridad, las enfermedades, la falta de agua,
las sequías y en general por el cambio climático.
Hay
preocupación por el futuro de nuestros profesionistas y por los desertores:
problemas de aptitud, vocaciones desconocidas, problemas económicos, bulling escolar,
así como la reducida capacidad del estado mexicano para recibir a todos los que
quieren seguir estudiando.
He
compartido antes que el sistema educativo nacional tiene tareas pendientes con
la sociedad. Las principales son: la insuficiente educación cívica, alimentaria
y nutricional, financiera y ambiental. Y si alguien tiene dudas, sólo revise
los niveles de convivencia, inseguridad, desnutrición, obesidad, pobreza y el
deterioro ambiental que a muy pocos importa por la falta de conciencia, porque,
además, no lo vimos en la escuela. Más grave aún, es la omisión en la
orientación vocacional de nuestros jóvenes que están eligiendo su destino
sin ningún conocimiento de sí mismos.
Aunque
todos los padres desean lo mejor para sus hijos, muchos no saben cómo lograrlo.
Hay imposiciones de carreras, seguir una tradición o aprovechar las relaciones
existentes, los libros, uniformes, equipos, o decidir en función de
expectativas económicas entre las diversas profesiones.
El
adecuado acompañamiento en la elección de oficio o profesión es algo en lo que
frecuentemente fallamos los padres, pero la ausencia de una verdadera
orientación vocacional es una tarea pendiente del sistema educativo nacional.
No invertir en ayudar a los jóvenes a decidir mejor, ha sido motivo de
frustración personal, pérdida de tiempo y recursos y, motivo de rezago social
evidente.
La
orientación vocacional que recibimos no pasó de informarnos qué carreras había,
dónde se podía estudiar o trabajar al egresar. Pero la orientación vocacional
que se requiere es aquella que ayude a nuestros jóvenes a saber qué les gusta y
en qué son buenos. Ya elegida una carrera, se precisa orientar a los
estudiantes sobre la aplicación práctica de cada materia o taller y la atención
preferente a problemas de sus familias y sus comunidades.
Está
comprobado que las personas que conocen sus talentos, los desarrollan en
fortalezas y los aplican en su vida, son seis veces más exitosos y tienen tres
veces más bienestar que aquellos que los desconocen. Conocer los talentos no es
suficiente si no se desarrollan y aplican. Hay muchos talentos desconocidos en
las personas y muchas capacidades escondidas hasta que no llega la necesidad de
aplicarlas.
La visión, es el propósito que se desea conseguir en la vida o el sitio donde les gustaría a las personas encontrarse en el futuro. Entonces, si la orientación vocacional se mejora, si se ayuda a los jóvenes a conocerse a sí mismos para definir su destino, si se les apoya para construir su visión y si se vincula la enseñanza con las necesidades de familias, regiones y sectores productivos, no tengo duda que podrán formarse mejores líderes para revertir las condiciones de pobreza y deterioro ambiental que actualmente ahogan a México.
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