Mirarnos Desde el Amor: Redescubrir la Elección que Nos
Unió
Permítanme iniciar esta reflexión con una imagen simple: el
brillo en los ojos de un recién enamorado. Es una luz incandescente, casi
irracional, que filtra el mundo entero. En esa etapa, su pareja no tiene
defectos, sino adorables excentricidades. Cada gesto, cada peculiaridad, es un
argumento más para la elección de compartir la vida. En esencia, el amor, en su
fase romántica, es un acto de admiración radical. Es decir: te veo, te elijo, y
te valoro por encima de cualquier otra posibilidad.
Pero la vida pasa. El conflicto inevitable—el 69% de
nuestros problemas son perpetuos y no resolubles—comienza a desgastar el prisma
de esa admiración. Y es aquí donde la ciencia del amor entra con un hallazgo
profundamente romántico. Durante décadas, el Dr. John Gottman, desde su
“Laboratorio del Amor”, ha desmenuzado miles de interacciones de pareja,
aplicando modelos matemáticos y estadísticas que predicen el divorcio con una precisión
de hasta el 93%. Uno pensaría que de este frío análisis numérico solo surgirían
algoritmos, pero la verdad es que Gottman, con su método, termina por
redescubrir la base más antigua de todas: el amor es el cimiento. El secreto de
las parejas maestras no es evitar la tormenta, sino cómo se sostiene el
paraguas mientras llueve. Y ese paraguas es el recuerdo consciente de la
elección que hicieron.
De la Data al Romance: La Casa que se Cimenta en el Aprecio
El Método Gottman nos invita a construir una Casa de las
Relaciones Sólidas, una metáfora que, aunque estructurada, se nutre de la
amistad y la conexión emocional. Los pilares de esa casa no son el dinero o el
éxito social, sino la Confianza y el Compromiso. Y ¿saben dónde reside el
verdadero músculo emocional? En el segundo nivel: Cultivar Cariño y
Admiración.
Este es el corazón de la visión romántica del método: las
parejas estables invierten diariamente en recordar, verbalizar y celebrar lo
que los llevó a elegirse. La neurociencia nos dice que los cerebros de estas
parejas están constantemente en una frecuencia alfa de seguridad, respondiendo
a las pequeñas ofertas de conexión (bids) porque saben que en ese vínculo hay
apoyo, hay aprecio y hay refugio. Cuando esa conexión, esa admiración inicial,
se olvida o se da por sentada, el terreno fértil de la relación se acidifica. Y
es ahí, en ese suelo erosionado por el olvido de la elección, donde florecen
los cuatro grandes depredadores: Los Cuatro Jinetes del Apocalipsis.
Los Cuatro Jinetes: Síntomas del Olvido
Miremos a estos cuatro patrones destructivos, no como
errores de comunicación, sino como síntomas del olvido de nuestra elección
original.
Crítica: El crítico ha olvidado la admiración. La Crítica, a
diferencia de la queja suave, no ataca una acción específica, sino la esencia,
el carácter de la persona. En lugar de decir: “Me dolió que no me ayudaras con
la tarea”, se dice: “Eres un irresponsable y egoísta que nunca piensa en mí”.
La Crítica le dice a la pareja: "Me arrepiento de haberte elegido".
¿Cómo puede florecer el amor si se ataca el corazón de quien
elegimos?
Desprecio: Es el más letal de todos, el cáncer emocional. El
Desprecio (sarcasmo, burla, el famoso eye-rolling) es la absoluta pérdida de
respeto hacia la pareja. Transmite el mensaje:
“Soy superior a ti”. Cuando el cerebro percibe Desprecio,
activa las regiones de amenaza de manera inmediata y profunda, haciendo que el
cortisol se dispare. El Desprecio es la
antítesis del amor. Si elegimos compartir la vida con
alguien a quien consideramos inferior o ridículo, la relación ya está muerta.
La única forma de vencerlo es con el antídoto más romántico: la cultura de la
gratitud y la admiración; recordatorios diarios y conscientes de lo que
valoramos del otro.
Defensividad: La defensividad es el bloqueo emocional que
nace cuando se pierde la Confianza (el pilar). Es la reacción automática de
justificar, culpar al otro o victimizarse ante una queja. Cuando somos
defensivos, le gritamos al otro: “Tu opinión no es válida. No soy responsable”.
El alma romántica de la defensividad es el miedo. Si no podemos bajar la guardia
y asumir ni siquiera el 1% de responsabilidad en el problema, es porque hemos olvidado
que la pareja es nuestro puerto seguro, nuestro refugio. Estamos tan
aterrorizados de ser atacados por la persona que elegimos, que nos negamos a
ser vulnerables. El antídoto es el más valiente: Asumir el 1% de
Responsabilidad, un acto de humildad que le dice a tu pareja: "Estoy de tu
lado, y tomo mi parte".
Evasión (Stonewalling): Es la retirada física y emocional,
el muro que se levanta. El evasor ha renunciado a la elección. Al aislarse, el
mensaje implícito es: “Prefiero salir de la
conversación y de la conexión antes que lidiar contigo”.
Esta actitud es una forma de castigo que, al prolongarse, se convierte en la
negación del vínculo. El antídoto es la autorregulación (la pausa y la
respiración consciente). Esto le permite al evasor calmar su sistema nervioso
para poder regresar a la conversación y reafirmar la elección de estar presente,
incluso si el conflicto persiste.
Volver a Elegir, Todos los Días
Querido lector, la ciencia de Gottman, con todos sus
números, en última instancia, nos obliga a mirarnos al espejo y a mirar a
nuestra pareja desde el amor. No se trata de encontrar una pareja sin
problemas—recuerden, la mayoría de los problemas son perpetuos—sino de
encontrar las herramientas para manejar esos problemas sin que
destruyan la amistad y la admiración mutua.
El amor no es solo un sentimiento; es una acción constante
de reafirmar nuestra elección.
Es un trabajo intencional donde las interacciones positivas
deben superar a las negativas en esa ratio mágica 5:1. Es dejar de criticar el
carácter de quien elegimos y volver a la queja suave, basada en la necesidad.
Es silenciar el desprecio con una palabra de gratitud. Es derribar la
defensividad con un valiente “tienes razón en que…”.
Te pregunto, con la mayor reflexión y cariño: ¿Cuándo fue la
última vez que miraste a tu pareja no con el ojo del hábito y el resentimiento,
sino con el ojo de la primera elección? Ese es el verdadero poder del Método
Gottman: recordarnos que, para construir un futuro sólido, debemos volver a los
fundamentos románticos y elegirlos de nuevo, hoy y todos los días. El amor es
la base, y la elección consciente es el constructor.
Sanar es amar.



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