En alguna otra columna había mencionado que el deporte es el reflejo de una sociedad, y hoy el clima hostil que se respira actualmente en México, vino a plasmarse en la disciplina más popular del país, el futbol.
Luego del triunfo de las Águilas en Querétaro, y tras una trifulca entre los mismos seguidores de los cremas dio como resultado un muerto y dos heridos.
Una noticia triste, ya que si somos objetivos, el futbol sigue siendo una actividad lúdica que lastimosamente, muchos la ocupan, erróneamente, como una escapatoria a sus frustraciones, siendo una enfermedad que está creciendo en el seno de un futbol lleno de corrupción y malos tratos.
Las llamadas barras bravas, un mal producto que tuvo a bien importar el club Pachuca hace unos años, han venido a convertirse en un mal necesario, pues muchas de ellas son promovidas por las mismas directivas, esto para tener un grupo de choque que pueda amedrentar a los contrarios.
Sin embargo, eso se salió de control y los mismos líderes de barras se dieron cuenta en el gran negocio que estas significan, y lo fácil que es lucrar con los sueños y ambiciones de la gente.
Ahí vemos la desintegración de esos grupos, mismos que propician la aparición de otros nuevos, que más tarde desatan trifulcas entre sí, en nombre de esa falsa pasión y amor por un equipo de futbol.
En ese sentido, puedo ver a través de las tan de moda redes sociales que muchos de mis colegas son atacados e insultados tan sólo por dar su opinión, hecho que a la vez me da risa, también me preocupa un poco que un pseudoaficionado pueda promover alguna actividad que ponga en peligro la integridad de un periodista o de cualquier otra persona, esto en nombre de los colores de un equipo.
Además de los hechos vandálicos, también podemos ver lo frágil que son los futbolistas, el claro ejemplo es Omar el Gato Ortiz, quien hace un par de días fue presentado por las autoridades como líder de una banda de secuestradores, vinculada al grupo delictivo el Cartel del Golfo.
Desconozco que lo haya orillado a tomar esa decisión; no obstante, tengo la leve impresión que al estar suspendido tras dar positivo en el antidoping hace dos años durante la copa Libertadores, fue difícil mantener su estilo de vida por la falta de su ostentoso suelo, aunado a su nula o poca educación, creo que se le hizo un camino fácil y redituable.
Sin más que decir, creo que las mal llamadas instituciones futbolísticas deberían promover reformas que prueban la seguridad dentro y fuera de los estadios, asimismo la FIFA, debería implementar duras sanciones para los balompiés que incurren en actos violentos seguidos, y obligar a que los representantes de este deporte, sean verdaderos profesionales, es decir que ostenten un título educativo, que les permita ser unos verdaderos líderes de opinión, ahí está la NFL, ¿verdad que se puede?.
0 comentarios:
Publicar un comentario