Desde el inicio de esta administración he
sido muy claro en apoyar el proyecto de transformación impulsado por el
Presidente López Obrador. Como diputado federal y como coordinador y vicecoordinador
del grupo parlamentario de Encuentro Social, he apoyado todas las reformas
impulsadas por el Presidente. Lo he hecho siempre por convicción y porque he
considerado que es lo mejor para el país y para la economía de las familias.
No obstante, en esta ocasión, luego de un
análisis detallado de la propuesta, he decidido no apoyar la iniciativa de reforma
a la Ley de la Industria Eléctrica. Coincido plenamente con el Presidente en
que hay que fortalecer nuestro sector eléctrico y que tenemos que garantizar la
seguridad energética del país.
Sin embargo, creo que la forma en que se
plantea este objetivo en la iniciativa no es el más conveniente. Existen argumentos
técnicos para sustentar lo anterior. Pero sobre todo, las razones de peso para no
apoyarla tienen que ver con una cuestión de principios que, en este caso,
considero que la reforma deja de lado. Me refiero a principios fundamentales
que ponen en riesgo la esencia del proyecto de transformación nacional impulsado
por el Presidente.
1. Me parece que la iniciativa cae en el
falso dilema —superado desde hace mucho tiempo— entre Estado y Mercado. 2. La
iniciativa estigmatiza innecesariamente a la empresa privada, lo que
contraviene el espíritu que guía la transformación impulsada por el Presidente de
alentar la inversión privada, tanto nacional como extranjera. 3. Creo que la
iniciativa no toma en cuenta años de evidencia empírica que demuestran el daño
que causan las prácticas monopólicas, tanto públicas como privadas, en el
sector energético.
4. Considero que está ampliamente demostrado
que la innovación en generación de energías más limpias y baratas depende
completamente de la sana competencia. 5. La propuesta también afectará el
carácter neutral del ente encargado de operar el sistema, en este caso el
Centro Nacional de Control de Energía, distorsionando los criterios de despacho
prevalecientes asociados a la calidad y precio. 6. Las modificaciones
propuestas auguran un posible proceso de desinversión privada en el sector
eléctrico.
7. El espíritu de la iniciativa busca favorecer
a las empresas de la CFE, lo que podría hacer más ineficiente el mercado
eléctrico, encareciendo el producto en detrimento de los sectores industrial y
de servicios, que son motores del crecimiento económico del país. Esto terminará
por hacer menos atractiva y competitiva nuestra economía. 8. De igual forma,
esto impactará también en el costo del servicio a los hogares, lo que necesariamente
implicará subsidios a las tarifas, sumando con ello nuevas presiones a las
finanzas públicas de manera innecesaria. Estaríamos hablando de recursos
públicos que bien podrían ser destinados a otro tipo de apoyos sociales.
9. Considero que la iniciativa envía un
mensaje poco alentador a nuestros socios comerciales que podrían violentar
algunos acuerdos del T-MEC a partir de los cambios propuestos en el marco
regulatorio del sector eléctrico. 10. Finalmente, la iniciativa envía un
mensaje incierto al mundo y a las nuevas generaciones comprometidas con el
cuidado del medio ambiente.
Estoy convencido de que es posible fortalecer
las capacidades del Estado como impulsor y facilitador del bienestar, sin
necesidad de cancelar el espíritu emprendedor. Debemos creer firmemente en la libre empresa, en el
libre mercado y en la competencia como las principales palancas del crecimiento
y la generación de empleos. Y desde mi
punto de vista, la iniciativa de reforma a la Ley de la Industria Eléctrica no
abona el camino hacia ese objetivo estratégico.
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