lunes, 11 de septiembre de 2023

LA PALABRA - PODER, INFLUENCIA E IMPACTO


 COLUMNA: ESTAMOS EN CONEXIÓN

LA PALABRA - PODER, INFLUENCIA E IMPACTO

Por: Jorge García D.

“A las palabras NO SE LAS LLEVA EL VIENTO, quedan enganchadas en nuestra mente y en nuestro corazón

y así van dirigiendo nuestra vida, por el camino que le vamos indicando. Las palabras construyen

realidades externas e internas y eso, es algo que debemos tener muy presente el día a día...”

Que tal, ¿Cómo estás?... es un placer saludarte hoy lunes 11 de Septiembre de 2023, a través

de la Columna: “ESTAMOS EN CONEXIÓN”, un artículo de nuestro programa de radio 87, en

esta su segunda temporada, si es la primera vez que nos conectas recuerda que

transmitimos en vivo a través www.radioenredes.com, charlando con profesionales y

especialistas con quienes discutimos a profundidad de diversos temas de Tanatología,

Coaching, Psicología, Emociones, Comunicación, Liderazgo, Desarrollo personal, Coaching de

Vida o Personal, Coaching Empresarial, Inteligencia Emocional, Gestión de las Emociones,

Comunicación Afectiva, Comunicación Efectiva, Imagen Personal, Salud Mental, Sexualidad,

Diversidad, Género y demás temas de interés en búsqueda de un fortalecimiento y

crecimiento personal.

Para iniciar este tema destacaremos la importante que tiene la palabra... por el impacto

contundente que tiene en nuestra mente y en la de los demás, a través de la historia, existen

palabras que han resonado en el mundo a través de los tiempos y la memoria de la

humanidad, y si bien todas las religiones alrededor del mundo hablan del poder y la magia

de la palabra, también el estudio de lingüística, la lexicología que estudia el léxico o

vocabulario y su clasificación, destacan y detallan la importancia connotativa de las palabras.

José Saramago, el fallecido premio Nobel de literatura, dijo en un discurso en el 2004 que las

palabras no son ni inocentes ni impunes. "Hay que decirlas y pensarlas en forma consciente",

puntualizó.

Así como este escritor aplicaba esa interpretación a la literatura y a la vida cotidiana, varios

científicos y publicaciones han abordado el punto: el poder de las palabras y su impacto en el

cerebro y, además, en la salud y el bienestar.

Investigadores, estudiosos, así como psicólogos, neurólogos y demás profesionales de la

salud mental, aseguran que toda expresión hablada, sea positiva o negativa, produce una

descarga emocional desde el cerebro. Una palabra negativa o insultante activa la amígdala,

estructura del cerebro vinculada a las alertas, y genera una sensación de malestar, ansiedad

o ira. Y es ahí cuando la persona - tiene dos posibilidades: responder de una manera similar

(incluso con una agresión física) o actuar con indiferencia, acudiendo a la razón, la gestión de

las emociones, llamada inteligencia emocional.

Las palabras positivas o estimulantes son asimiladas por el hemisferio derecho del cerebro,

que es el de las emociones. Por lo tanto, van a generar placer, sorpresa y alegría. Sin


embargo, aclara Palacios, todo depende del tono, el volumen y el contexto. "Hasta la ofensa

más horrible puede ser asimilada coloquialmente si se dice en tono suave".

El impacto de la palabra. Las palabras dan forma a nuestra visión de las cosas, por eso no es

indiferente y sin importancia qué cuando escribimos una carta o hablamos de manera

consiente elegimos ciertas palabras para describir lo que hacemos, o para explicar a los

demás lo que sentimos o necesitamos. Es en este punto que debemos ser conscientes del

magnífico don que poseemos los seres humanos con la palabra. En este artículo procuramos

mostrar algunos ejemplos de cómo debemos cuidar las palabras que queremos utilizar en

nuestro día a día, con los demás y con nosotros mismos.

1. Las palabras tienen impacto en nuestra productividad personal.

2. Nuestras palabras tienen un impacto en nuestro estado emocional y nuestro enfoque.

Fíjate que no te sientes igual si dices “Soy un desastre” o “Soy muy torpe” que si dices

“No me gusta lo que ha pasado y voy a aprender para que no me vuelva a pasar”.

¿Dónde prefieres poner el foco?... Hay palabras y frases que reducen la fuerza y

determinación de nuestros mensajes e incluso la confianza hacia nosotros mismos. Por

ejemplo, te propongo atender a si aparecen con frecuencia en tus conversaciones y

pensamientos estas expresiones u otras parecidas. Palabras como NO PUEDO, NO SE SI

PODRE, LO INTENTARÉ, DEBERÍA, PERO... indican falta de confianza o duda.

3. Nuestro léxico es el mapa del mundo que heredamos de niños de nuestros padres y de

nuestra cultura, pues cada cultura ha segmentado la realidad de una manera

diferente. El modo en como conformamos nuestras oraciones, si lo dudamos, si

usamos muletillas, pausas, silencios, si dudamos, como construimos las oraciones y si

a esto le sumamos el sentido como decimos las cosas, podremos diferenciar si

sentimos pena, lástima, añoranza, decepción, ansiedad, hastió, orgullo, despecho,

ironía, desconsuelo, inquietud, duda, incertidumbre, desesperación…, o si sentimos

alegría, entusiasmo, optimismo, esperanza, ilusión, plenitud, orgullo, euforia, éxtasis…

Nuestra lengua nos hace capaces de acceder a esos variados matices de las emociones y

compartirlos. Lo que crea todo un sinnúmero de connotaciones y significados.

4. Por si fuera poco, también sabemos que nuestros pensamientos y creencias -

construidas en forma de palabras- influyen en nuestro modo de pensar y

comportarnos.

Sabemos que una creencia nos puede condicionar a la hora de tomar decisiones. No es

lo mismo creer que ” hay quien nace con estrella y quien nace estrellado” que estar

convencido de que “el que la sigue la consigue“. Atención a lo que creemos porque “lo

que crees suele ser lo que creas”. Por suerte, si somos más conscientes, podemos

decidir dónde queremos enfocar nuestra atención. Lo más interesante es que puedes

elegir qué mensajes dices o te dices y cuáles vas a desechar.

5. Y por supuesto, nuestras palabras tienen impacto en los demás. Concretamente, son

esenciales en nuestra capacidad para motivar o guiar a otros. Por ejemplo, cuando

queremos dar feedback a alguien, una oportunidad de aprendizaje esencial en el

terreno profesional y también en el personal (estoy pensando en hijos, pareja,

amigos…).


Cuidado con los “Tú siempre…”, “Tú eres…” El buen feedback ha de ser claro,

específico, concreto, reciente, basado en hechos, pues solo de ese modo tiene el efecto

constructivo que buscamos. Huyamos de las generalizaciones (siempre, nunca, nadie,

todo el mundo...), sobre todo de las negativas, y de los juicios no basados en datos o

hechos.

PALABRAS NEGATIVAS, PERSONAS QUE INSULTAN O DESMERITAN: ¿QUÉ HAY DETRÁS DE

ESTA CONDUCTA?

Hay quien dice que vivimos en la era de las críticas, las devaluaciones y los insultos gratuitos.

Las redes sociales, los textos aplicaciones de mensajería (WhatsApp), son un campo minado

para este tipo de dinámicas ofensivas. Así, y si bien es cierto que las personas que insultan

siempre han existido y existirán, parece como si en los últimos años, proliferaran más aún, o

sin pensarlo nos incluyéramos en estas dinámicas, no solo siendo participes a través de estas

como mero desahogo sino de repente ya es tan común esta dinámica que ofendemos,

ignoramos, desvalorizamos o desmeritamos a nuestros seres queridos, parejas, amigos y

demás personas con las que nos relacionamos. ¿Hay alguna causa detrás que lo explique?

Estamos tan acostumbrados a influencers, youtubers, políticos, y hasta en el común de

nuestros círculos más cercanos alanzar insultos, poner apodos, desmeritar, avergonzar,

insultar o señalar de manera pública, que ya perdimos el respeto si ya de por si a nuestros

seres más cercanos, también a nosotros mismos.

La psicología muestra ahora un gran interés en comprender qué hay detrás del abuso verbal.

Porque no olvidemos, un insulto no es una flecha lanzada al aire que cae, como mucho,

sobre algún tejado. Un insulto hiere psicológicamente, humilla, ridiculiza, denigra y refuerza

muchos prejuicios y estereotipos.

Personas que insultan: ¿por qué lo hacen? Los insultos tienen su anatomía singular. Cada

país, cada cultura y hasta región tiene los suyos, los hay más suaves y abundan los que

buscan hacer cuanto más daño mejor. No obstante, lo que es evidente es que todos duelen.

Los reciben algunos niños en las escuelas (a veces incluso en sus casas), se sufren en los

entornos laborales y también en muchas relaciones de pareja.

Asimismo, hay otro hecho. Los insultos surgen en todos los ámbitos, pero si hasta no hace

mucho eran un fenómeno restringido casi siempre a lo privado, ahora los vemos más en los

medios públicos, en televisiones y, sobre todo, en redes sociales, pero no solo se queda en

este medio si no lo llevamos a nuestros círculos más cercanos, grupos de amigos, trabajo y

familia. Y en ambos existe una constante: quien insulta en un medio público o grupo familia

es evidente que necesita reafirmación, atención o audiencia, en pocas palabras no es mejor

el que insulta sino solo denota su falta de empatía, tolerancia, poca educación, seguridad y

autoestima. Y es cierto las personas que insultan, ofenden y hasta los boleadores y

acosadores tienen tras de sí miles de seguidores que defienden esa posición y denigrarán

aún más a la víctima. Por otro lado, no es extraño que ese insulto se convierta en viral,

creando así una atmósfera en la que se diluye todo principio ético e incluso moral. No


obstante, ¿qué mueve a estas personalidades? ¿Cómo son quienes recurren al insulto como

forma habitual de comunicación?

El insulto como forma de comunicación heredada Hay quien recurre al insulto por mero

condicionamiento social y patrón comportamental heredado. Abundan los que han crecido

en entornos en los que recurrir a la crítica, la humillación y la devaluación era algo común.

Tarde o temprano, repiten lo mismo a lo que han estado expuestos, pero volcando a su vez

esa frustración y dolor acumulado desde la niñez por ese tipo de comunicación. Por otro

lado, también se da un hecho común. Muchas de estas personas recurren al insulto como

hábito para funcionar en cualquier entorno: escuela y trabajo.

La comunicación violenta, una forma de poder. Trabajos de investigación como los

realizados en la Universidad de Bath (Inglaterra) nos señalan que las personas que insultan

colonizan de manera frecuente los entornos organizacionales. La comunicación violenta

busca tener estatus y una forma de poder sobre los demás. Esto es, al fin y al cabo, lo que

buscan muchas de estas figuras: crear una jerarquía donde situarse por encima del resto

mediante la crítica, la humillación, el insulto camuflado, etc.

Personas que insultan: NARCISISMO GRANDIOSO. Llamamos narcisista grandioso o

narcisista inconsciente a esas personas que no son conscientes de cómo su conducta

impacta en los demás. Necesitan enaltecerse en cualquier situación y para ello no dudan en

explotar e insultar a los demás. Son soberbios, envidiosos, agresivos y atacan a cualquiera en

cuanto perciben que se pone en duda su valía o su posición.

Entre las personas que insultan, los narcisistas grandiosos son los más comunes. Asimismo,

se da otro hecho llamativo: suelen elegir dos tipos de insultos muy concretos, son aquellos

que hacen referencia a la inutilidad y la estupidez. Es decir, recurren en cuanto pueden a

esos recursos ofensivos con los que criticar, por ejemplo, lo ingenuos o faltos de intelecto

que son los demás, además de bobos o ineptos.

Pocos insultos son más dolorosos que aquellos que ponen en duda nuestras valías y buscan

inutilizarnos, devaluarnos como personas o como expertos en algún área. Los narcisistas

grandiosos son hábiles expertos en este tipo de humillaciones públicas y privadas.

El síndrome de Tourette y la coprolalia Aunque sea difícil de creer (y entender), hay

personas que insultan y que, en realidad, no desearían hacerlo. Hay quien no puede

controlarse, quien sufre una conducta compulsiva e involuntaria de pronunciar palabras

obscenas, insultos y expresiones socialmente inapropiadas.

La coprolalia es una característica del síndrome de Tourette, un trastorno caracterizado por

evidenciar movimientos repetitivos e inesperados, sonidos extraños y, a veces, una

comunicación violenta. En estos casos, esta condición neuropsiquiátrica es mucho más

compleja y también incapacitante para quien la sufre.


Para concluir, como podemos ver detrás del abuso verbal hay todo un escenario de

personalidades, rasgos y caracteres. No es fácil convivir en una sociedad en la que los

insultos se convierten en algo tolerado en medios como las redes sociales. Hay muchas

maneras de comunicarnos sin tener que recurrir a la ofensa o la descalificación. No obstante,

tengámos claro, quien hace uso de los insultos revela buena parte de sí mismo: nos muestra

su intolerancia terca, su frustración infantil, su educación recibida, su falta de empatía e

incluso su dudosa inteligencia.

Cuál es la alternativa, podemos usar el lenguaje como herramienta para aprender sobre

nosotros y para cambiar. Observando tus palabras puedes ser más consciente de tu estado y

también empezar a cambiar el foco hacia lo que quieres. También podemos revisar nuestras

palabras de forma que mejore nuestra influencia en los demás. Las palabras movilizan,

aportan energía o la restan, nos conectan o nos desconectan. ¿Qué tipo de influencia

queremos ser?

 Sigmun Freud habló de ello: “Palabras y magia fueron al principio una y la misma

cosa, e incluso hoy las palabras siguen reteniendo gran parte de su poder mágico.

Con ellas podemos darnos unos a otros la mayor felicidad o la más grande

desesperación”.

 Ghandi dijo “Sé el cambio que quieres ver en el mundo”

¿y si empezamos por algo sencillo, siendo amorosos y enriquecedores con nuestras

palabras?

Recuerda que no estás solo, hazte escuchar, comparte tus pensamientos con tus amigos,

trata de tener una comunicación efectiva, afectiva y activa con los demás. Cuídate. Come de

manera saludable, duerme lo suficiente, realiza ejercicio, ocúpate y si tienes la necesitad

acude con un PORFESIONAL DE LA SALUD MENTAL. Y recuerda... Tu crecimiento personal es

vital y para lograrlo... ¡Da el primer paso Y ATREVETE!


“Ojalá las personas entendamos algún día que la salud mental es tan importante

como la salud física. Si tener fiebre te impide hacer cosas... el dolor, la ansiedad,

y la depresión también...”

No dejen de escribir que queremos conocer sus comentarios, recuerden que tenemos una

cita en: #EstamosEnConexión #RadioEnRedes

Todos los Lunes de 17:00 a 19 horas, a través de: www.radioenredes.com

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lunes, 11 de septiembre de 2023

LA PALABRA - PODER, INFLUENCIA E IMPACTO


 COLUMNA: ESTAMOS EN CONEXIÓN

LA PALABRA - PODER, INFLUENCIA E IMPACTO

Por: Jorge García D.

“A las palabras NO SE LAS LLEVA EL VIENTO, quedan enganchadas en nuestra mente y en nuestro corazón

y así van dirigiendo nuestra vida, por el camino que le vamos indicando. Las palabras construyen

realidades externas e internas y eso, es algo que debemos tener muy presente el día a día...”

Que tal, ¿Cómo estás?... es un placer saludarte hoy lunes 11 de Septiembre de 2023, a través

de la Columna: “ESTAMOS EN CONEXIÓN”, un artículo de nuestro programa de radio 87, en

esta su segunda temporada, si es la primera vez que nos conectas recuerda que

transmitimos en vivo a través www.radioenredes.com, charlando con profesionales y

especialistas con quienes discutimos a profundidad de diversos temas de Tanatología,

Coaching, Psicología, Emociones, Comunicación, Liderazgo, Desarrollo personal, Coaching de

Vida o Personal, Coaching Empresarial, Inteligencia Emocional, Gestión de las Emociones,

Comunicación Afectiva, Comunicación Efectiva, Imagen Personal, Salud Mental, Sexualidad,

Diversidad, Género y demás temas de interés en búsqueda de un fortalecimiento y

crecimiento personal.

Para iniciar este tema destacaremos la importante que tiene la palabra... por el impacto

contundente que tiene en nuestra mente y en la de los demás, a través de la historia, existen

palabras que han resonado en el mundo a través de los tiempos y la memoria de la

humanidad, y si bien todas las religiones alrededor del mundo hablan del poder y la magia

de la palabra, también el estudio de lingüística, la lexicología que estudia el léxico o

vocabulario y su clasificación, destacan y detallan la importancia connotativa de las palabras.

José Saramago, el fallecido premio Nobel de literatura, dijo en un discurso en el 2004 que las

palabras no son ni inocentes ni impunes. "Hay que decirlas y pensarlas en forma consciente",

puntualizó.

Así como este escritor aplicaba esa interpretación a la literatura y a la vida cotidiana, varios

científicos y publicaciones han abordado el punto: el poder de las palabras y su impacto en el

cerebro y, además, en la salud y el bienestar.

Investigadores, estudiosos, así como psicólogos, neurólogos y demás profesionales de la

salud mental, aseguran que toda expresión hablada, sea positiva o negativa, produce una

descarga emocional desde el cerebro. Una palabra negativa o insultante activa la amígdala,

estructura del cerebro vinculada a las alertas, y genera una sensación de malestar, ansiedad

o ira. Y es ahí cuando la persona - tiene dos posibilidades: responder de una manera similar

(incluso con una agresión física) o actuar con indiferencia, acudiendo a la razón, la gestión de

las emociones, llamada inteligencia emocional.

Las palabras positivas o estimulantes son asimiladas por el hemisferio derecho del cerebro,

que es el de las emociones. Por lo tanto, van a generar placer, sorpresa y alegría. Sin


embargo, aclara Palacios, todo depende del tono, el volumen y el contexto. "Hasta la ofensa

más horrible puede ser asimilada coloquialmente si se dice en tono suave".

El impacto de la palabra. Las palabras dan forma a nuestra visión de las cosas, por eso no es

indiferente y sin importancia qué cuando escribimos una carta o hablamos de manera

consiente elegimos ciertas palabras para describir lo que hacemos, o para explicar a los

demás lo que sentimos o necesitamos. Es en este punto que debemos ser conscientes del

magnífico don que poseemos los seres humanos con la palabra. En este artículo procuramos

mostrar algunos ejemplos de cómo debemos cuidar las palabras que queremos utilizar en

nuestro día a día, con los demás y con nosotros mismos.

1. Las palabras tienen impacto en nuestra productividad personal.

2. Nuestras palabras tienen un impacto en nuestro estado emocional y nuestro enfoque.

Fíjate que no te sientes igual si dices “Soy un desastre” o “Soy muy torpe” que si dices

“No me gusta lo que ha pasado y voy a aprender para que no me vuelva a pasar”.

¿Dónde prefieres poner el foco?... Hay palabras y frases que reducen la fuerza y

determinación de nuestros mensajes e incluso la confianza hacia nosotros mismos. Por

ejemplo, te propongo atender a si aparecen con frecuencia en tus conversaciones y

pensamientos estas expresiones u otras parecidas. Palabras como NO PUEDO, NO SE SI

PODRE, LO INTENTARÉ, DEBERÍA, PERO... indican falta de confianza o duda.

3. Nuestro léxico es el mapa del mundo que heredamos de niños de nuestros padres y de

nuestra cultura, pues cada cultura ha segmentado la realidad de una manera

diferente. El modo en como conformamos nuestras oraciones, si lo dudamos, si

usamos muletillas, pausas, silencios, si dudamos, como construimos las oraciones y si

a esto le sumamos el sentido como decimos las cosas, podremos diferenciar si

sentimos pena, lástima, añoranza, decepción, ansiedad, hastió, orgullo, despecho,

ironía, desconsuelo, inquietud, duda, incertidumbre, desesperación…, o si sentimos

alegría, entusiasmo, optimismo, esperanza, ilusión, plenitud, orgullo, euforia, éxtasis…

Nuestra lengua nos hace capaces de acceder a esos variados matices de las emociones y

compartirlos. Lo que crea todo un sinnúmero de connotaciones y significados.

4. Por si fuera poco, también sabemos que nuestros pensamientos y creencias -

construidas en forma de palabras- influyen en nuestro modo de pensar y

comportarnos.

Sabemos que una creencia nos puede condicionar a la hora de tomar decisiones. No es

lo mismo creer que ” hay quien nace con estrella y quien nace estrellado” que estar

convencido de que “el que la sigue la consigue“. Atención a lo que creemos porque “lo

que crees suele ser lo que creas”. Por suerte, si somos más conscientes, podemos

decidir dónde queremos enfocar nuestra atención. Lo más interesante es que puedes

elegir qué mensajes dices o te dices y cuáles vas a desechar.

5. Y por supuesto, nuestras palabras tienen impacto en los demás. Concretamente, son

esenciales en nuestra capacidad para motivar o guiar a otros. Por ejemplo, cuando

queremos dar feedback a alguien, una oportunidad de aprendizaje esencial en el

terreno profesional y también en el personal (estoy pensando en hijos, pareja,

amigos…).


Cuidado con los “Tú siempre…”, “Tú eres…” El buen feedback ha de ser claro,

específico, concreto, reciente, basado en hechos, pues solo de ese modo tiene el efecto

constructivo que buscamos. Huyamos de las generalizaciones (siempre, nunca, nadie,

todo el mundo...), sobre todo de las negativas, y de los juicios no basados en datos o

hechos.

PALABRAS NEGATIVAS, PERSONAS QUE INSULTAN O DESMERITAN: ¿QUÉ HAY DETRÁS DE

ESTA CONDUCTA?

Hay quien dice que vivimos en la era de las críticas, las devaluaciones y los insultos gratuitos.

Las redes sociales, los textos aplicaciones de mensajería (WhatsApp), son un campo minado

para este tipo de dinámicas ofensivas. Así, y si bien es cierto que las personas que insultan

siempre han existido y existirán, parece como si en los últimos años, proliferaran más aún, o

sin pensarlo nos incluyéramos en estas dinámicas, no solo siendo participes a través de estas

como mero desahogo sino de repente ya es tan común esta dinámica que ofendemos,

ignoramos, desvalorizamos o desmeritamos a nuestros seres queridos, parejas, amigos y

demás personas con las que nos relacionamos. ¿Hay alguna causa detrás que lo explique?

Estamos tan acostumbrados a influencers, youtubers, políticos, y hasta en el común de

nuestros círculos más cercanos alanzar insultos, poner apodos, desmeritar, avergonzar,

insultar o señalar de manera pública, que ya perdimos el respeto si ya de por si a nuestros

seres más cercanos, también a nosotros mismos.

La psicología muestra ahora un gran interés en comprender qué hay detrás del abuso verbal.

Porque no olvidemos, un insulto no es una flecha lanzada al aire que cae, como mucho,

sobre algún tejado. Un insulto hiere psicológicamente, humilla, ridiculiza, denigra y refuerza

muchos prejuicios y estereotipos.

Personas que insultan: ¿por qué lo hacen? Los insultos tienen su anatomía singular. Cada

país, cada cultura y hasta región tiene los suyos, los hay más suaves y abundan los que

buscan hacer cuanto más daño mejor. No obstante, lo que es evidente es que todos duelen.

Los reciben algunos niños en las escuelas (a veces incluso en sus casas), se sufren en los

entornos laborales y también en muchas relaciones de pareja.

Asimismo, hay otro hecho. Los insultos surgen en todos los ámbitos, pero si hasta no hace

mucho eran un fenómeno restringido casi siempre a lo privado, ahora los vemos más en los

medios públicos, en televisiones y, sobre todo, en redes sociales, pero no solo se queda en

este medio si no lo llevamos a nuestros círculos más cercanos, grupos de amigos, trabajo y

familia. Y en ambos existe una constante: quien insulta en un medio público o grupo familia

es evidente que necesita reafirmación, atención o audiencia, en pocas palabras no es mejor

el que insulta sino solo denota su falta de empatía, tolerancia, poca educación, seguridad y

autoestima. Y es cierto las personas que insultan, ofenden y hasta los boleadores y

acosadores tienen tras de sí miles de seguidores que defienden esa posición y denigrarán

aún más a la víctima. Por otro lado, no es extraño que ese insulto se convierta en viral,

creando así una atmósfera en la que se diluye todo principio ético e incluso moral. No


obstante, ¿qué mueve a estas personalidades? ¿Cómo son quienes recurren al insulto como

forma habitual de comunicación?

El insulto como forma de comunicación heredada Hay quien recurre al insulto por mero

condicionamiento social y patrón comportamental heredado. Abundan los que han crecido

en entornos en los que recurrir a la crítica, la humillación y la devaluación era algo común.

Tarde o temprano, repiten lo mismo a lo que han estado expuestos, pero volcando a su vez

esa frustración y dolor acumulado desde la niñez por ese tipo de comunicación. Por otro

lado, también se da un hecho común. Muchas de estas personas recurren al insulto como

hábito para funcionar en cualquier entorno: escuela y trabajo.

La comunicación violenta, una forma de poder. Trabajos de investigación como los

realizados en la Universidad de Bath (Inglaterra) nos señalan que las personas que insultan

colonizan de manera frecuente los entornos organizacionales. La comunicación violenta

busca tener estatus y una forma de poder sobre los demás. Esto es, al fin y al cabo, lo que

buscan muchas de estas figuras: crear una jerarquía donde situarse por encima del resto

mediante la crítica, la humillación, el insulto camuflado, etc.

Personas que insultan: NARCISISMO GRANDIOSO. Llamamos narcisista grandioso o

narcisista inconsciente a esas personas que no son conscientes de cómo su conducta

impacta en los demás. Necesitan enaltecerse en cualquier situación y para ello no dudan en

explotar e insultar a los demás. Son soberbios, envidiosos, agresivos y atacan a cualquiera en

cuanto perciben que se pone en duda su valía o su posición.

Entre las personas que insultan, los narcisistas grandiosos son los más comunes. Asimismo,

se da otro hecho llamativo: suelen elegir dos tipos de insultos muy concretos, son aquellos

que hacen referencia a la inutilidad y la estupidez. Es decir, recurren en cuanto pueden a

esos recursos ofensivos con los que criticar, por ejemplo, lo ingenuos o faltos de intelecto

que son los demás, además de bobos o ineptos.

Pocos insultos son más dolorosos que aquellos que ponen en duda nuestras valías y buscan

inutilizarnos, devaluarnos como personas o como expertos en algún área. Los narcisistas

grandiosos son hábiles expertos en este tipo de humillaciones públicas y privadas.

El síndrome de Tourette y la coprolalia Aunque sea difícil de creer (y entender), hay

personas que insultan y que, en realidad, no desearían hacerlo. Hay quien no puede

controlarse, quien sufre una conducta compulsiva e involuntaria de pronunciar palabras

obscenas, insultos y expresiones socialmente inapropiadas.

La coprolalia es una característica del síndrome de Tourette, un trastorno caracterizado por

evidenciar movimientos repetitivos e inesperados, sonidos extraños y, a veces, una

comunicación violenta. En estos casos, esta condición neuropsiquiátrica es mucho más

compleja y también incapacitante para quien la sufre.


Para concluir, como podemos ver detrás del abuso verbal hay todo un escenario de

personalidades, rasgos y caracteres. No es fácil convivir en una sociedad en la que los

insultos se convierten en algo tolerado en medios como las redes sociales. Hay muchas

maneras de comunicarnos sin tener que recurrir a la ofensa o la descalificación. No obstante,

tengámos claro, quien hace uso de los insultos revela buena parte de sí mismo: nos muestra

su intolerancia terca, su frustración infantil, su educación recibida, su falta de empatía e

incluso su dudosa inteligencia.

Cuál es la alternativa, podemos usar el lenguaje como herramienta para aprender sobre

nosotros y para cambiar. Observando tus palabras puedes ser más consciente de tu estado y

también empezar a cambiar el foco hacia lo que quieres. También podemos revisar nuestras

palabras de forma que mejore nuestra influencia en los demás. Las palabras movilizan,

aportan energía o la restan, nos conectan o nos desconectan. ¿Qué tipo de influencia

queremos ser?

 Sigmun Freud habló de ello: “Palabras y magia fueron al principio una y la misma

cosa, e incluso hoy las palabras siguen reteniendo gran parte de su poder mágico.

Con ellas podemos darnos unos a otros la mayor felicidad o la más grande

desesperación”.

 Ghandi dijo “Sé el cambio que quieres ver en el mundo”

¿y si empezamos por algo sencillo, siendo amorosos y enriquecedores con nuestras

palabras?

Recuerda que no estás solo, hazte escuchar, comparte tus pensamientos con tus amigos,

trata de tener una comunicación efectiva, afectiva y activa con los demás. Cuídate. Come de

manera saludable, duerme lo suficiente, realiza ejercicio, ocúpate y si tienes la necesitad

acude con un PORFESIONAL DE LA SALUD MENTAL. Y recuerda... Tu crecimiento personal es

vital y para lograrlo... ¡Da el primer paso Y ATREVETE!


“Ojalá las personas entendamos algún día que la salud mental es tan importante

como la salud física. Si tener fiebre te impide hacer cosas... el dolor, la ansiedad,

y la depresión también...”

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