Producción
sustentable y sostenible del agave mezcalero
Alberto Jiménez Merino
El agave mezcalero en sus
diferentes especies, se encuentra en forma natural en la selva baja caducifolia
de las mixtecas de Puebla, Oaxaca, Guerrero y Morelos, en 40 mil kilómetros
cuadrados, de 260 municipios, en donde viven 2.5 millones de personas.
Por décadas se ha utilizado la
piña cocida del agave como golosina masticable, materia prima para elaboración
de mezcal o destinarse a hacer jarabe y azúcar. De las hojas se obtiene fibra
textil, agujas y pulpa como jabón natural. La inflorescencia proporciona postes para
construcciones rústicas y flores comestibles. Los residuos del proceso del
mezcal son fibras para alimento de ganado y abono para la tierra.
El agave es una planta muy resistente a la sequía y una gran
opción contra el cambio climático. Su
maduración en el monte tarda entre 4 y 10 años, con un promedio de 7 y se ha
obtenido tradicionalmente de manera silvestre, casi sin ninguna práctica
agrícola. Cuando se cultiva, su maduración puede adelantarse al tener mejores
condiciones de humedad y nutrientes.
A partir del año 2000 se
estableció en Puebla el fomento del agave como política de gobierno. Se inició
así la promoción de su cultivo y tecnificación agroindustrial que, actualmente,
sigue impulsando con gran acierto el Gobierno
Presente de Sergio Salomón Céspedes.
Con el propósito de contribuir
a mejorar la producción sustentable
del agave y transitar hacia un desarrollo sostenible
de su cultivo, en el Centro de
Innovaciones Agroalimentarias y Tecnológicas (CIAT) Puebla, hemos integrado el Manual Básico de Técnicas de
Cultivo del Agave Mezcalero en las Mixtecas, México, en el que compartimos ideas sobre algunas prácticas
agroecológicas necesarias para mejorar su productividad y la recuperación de
los ecosistemas.
De acuerdo con los intelectuales
socioeconómico-ambientales, una producción
sustentable es la etapa de adopción de prácticas de uso racional de los
recursos para lograr un nivel de desarrollo
sostenible, etapa en la que los recursos naturales ya no están en riesgo
Según diversos productores e
investigadores, para su plantación en el campo, la plántula de agave debe tener
un promedio de 15 hojas verdaderas y una edad no mayor a 22 meses. La densidad
de plantación varía de 2 mil a 4 mil plantas por hectárea, pero en el Espadín puede
ser de 2 mil 600 a 3 mil; en Tobalá 3 mil 500 a 4 mil y, 2 mil para Cupreata y
Pichomel.
El agave es un cultivo como el
maíz y frijol: siempre que sea posible se recomienda roturar o subsolear la
tierra a distancias de 1 metro, y 50 centímetros de profundidad. Con esta
práctica se aumenta hasta un 100 por ciento la capacidad de absorción y
aprovechamiento de la lluvia, con grandes mejoras en el desarrollo de la raíz
de los cultivos.
Con experiencias obtenidas en maíz
en San Jerónimo Xayacatlán y Acatlán, en Puebla, la roturación incrementó el
doble de rendimiento. En Tetela de Ocampo, Puebla, las plantas de manzana que
se pusieron en suelo roturado, crecieron en un ciclo 120 centímetros contra 60
en el no roturado.
Los residuos de cosecha,
incluidas la hojas y fibras del proceso de elaboración de mezcal, son la ropa
de la tierra que guarda la humedad. Su descomposición devuelve los nutrientes
requeridos para los próximos ciclos de cultivo. Por ello, es necesario dejarlas
o devolverlas para incorporación al suelo.
Esta práctica junto con eliminación
del barbecho, incorporación de semillas mejoradas, siembra de precisión y
biofertilizantes, incrementó los rendimientos en sorgo de temporal, de 4 a 9.5
toneladas por hectárea, en 10 años, en la región de Tepexco, Puebla. Es muy
recomendable también, agregar al terreno abonos de ganado y compostas para
mejorar el suelo, aumentar su capacidad de retención de lluvia y mejorar su
fertilidad.
Se recomienda fertilizar con
una fórmula básica de Triple 17 con microelementos en cantidades de 200 kilogramos
de abono (4 bultos de 50 kilos) y adicionar una dosis de biofertilizantes
Azospirillum (bacteria fijadora de nitrógeno) y Micorriza (hongo desarrollador de
raíz). Esta combinación aumenta la eficiencia en el uso de fertilizantes y la
resistencia a la sequía, derivado de un aumento en el volumen de raíz de casi 4
veces, mejorando así la producción de piñas.
Si es posible, se recomienda también
hacer surcos para la plantación, plantar en el fondo y luego aterrar para que
la lluvia no esté en contacto con la base de las plantas. Además, se sugiere
adoptar el contreo, es decir, poner topes en los surcos cada cierta distancia
para maximizar la captación del agua de lluvia.
Hasta donde se pueda, en las
laderas se deben hacer zanjas, excavaciones o barreras de piedra acomodada en
forma perpendicular a la pendiente para retener la lluvia. En maíz, hacer
zanjas de este tipo aumenta el rendimiento en un 100 por ciento, según
experiencias conocidas en El Salvador.
En los primeros 3 a 4 años de
plantado, el agave es posible cultivarlo entre las camas con diversas especies
como frijol de mata, calabaza zampola y tamalayota, ajonjolí, cacahuate, frijol
vigna o chícharo de vaca, sandía, melón o chilacayote, para obtener alimentos, ingresos
y materia orgánica para el suelo.
Finalmente, debido a la gran
necesidad de leña para el cocimiento de las piñas en el proceso de elaboración
de mezcal y la preferencia del mezquite para este fin, se recomienda promover
la reforestación con esta u otras especies semejantes, para el abasto y para
revertir el deterioro de los ecosistemas.
0 comentarios:
Publicar un comentario